—Uh. —Su Qingluo se rió incómodamente.
No era lo que esperaba. Pensó que recibiría dos miradas despectivas, pero terminó con esta situación.
¿Cómo debería consolarlos?
—Ustedes son jóvenes damas de familias ricas y han sido criadas delicadamente. Naturalmente, hay más reglas en casa. A diferencia de nosotros, los niños de familias cazadoras, estamos acostumbrados a la naturaleza desde pequeños. Los adultos están ocupados ganando dinero y cuidando de la familia, así que no tienen tiempo para dar orientación detallada y no imponen muchas restricciones.
—¿Con qué suelen jugar en casa, Hermana?
Al oír las palabras 'montaña y bosque', los ojos de las dos pequeñas damas se iluminaron, y olvidaron sus agravios.
—Hay tantas cosas divertidas.
Hablando de jugar, Su Qingluo se animó y comenzó a contar con sus pequeñitos dedos.