En los estanques de peces, situados en la zona económica ubicada en la isla vecina, un grupo de medianos apenas habían terminado la mitad de sus turnos. Realizaban su rutina habitual de revisión para alimentar a los peces, solo para quedarse atónitos al ver miles de peces flotando en la superficie, inmóviles y sin señales de vida.
El personal fruncía el ceño severamente y corría a evaluar cada estanque para ver si aún quedaba alguno vivo.
Pero no encontraron ni uno solo vivo o en movimiento, ¡y ni siquiera los peces bebés se salvaron!
—¡Maldición! —El personal pateó el agua frustrado—. Vamos a tener problemas con el dueño.
Poco después, el dueño, descansando en su casa privada en el distrito adinerado, recibió la noticia y casi sufre un ataque al corazón. Inmediatamente ordenó que un barco lo llevara a la isla, pero descubrió que Su Majestad Dranax había desplegado todos, ¡sin dejar ninguno!
—¡Barniz! —La grasa en la cara del dueño del estanque de pesca tembló de ira.
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