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—Abuela, tía, ¿van a encontrar una tía para el tío? —Mo Hudie apareció de repente, sus ojos brillantes miraban fijamente a Anciana Mo y Lin Pingping.
Los días pasaban, y la condición de Mo Hudie mejoraba cada día; ella que originalmente pesaba solo 30 kilogramos, ¡ahora pesaba 45 kilogramos!
Antes caminaba lentamente, pero ahora puede correr.
Lin Pingping le dio una palmadita suave en la cabeza a Mo Hudie.
—Sí, estamos buscando una tía para tu tío.
Mo Hudie inclinó su cabeza y pensó por un momento.
—Creo que la hermana Ni Yang es muy buena.
Anciana Mo rió suavemente.
Como si de repente se acordara de algo, Lin Pingping sacó una caja larga de su bolsa.
—Oh, Hudie, tía Pingping ha preparado un regalo para ti, ábrelo y mira.
Tal vez porque Mo Hudie tuvo una experiencia similar a la suya, no podía evitar sentirse conmovida cuando miraba a Mo Hudie.
Mo Hudie no pudo esperar a abrir la caja y exclamó alegremente:
—¡Wow! ¡Una pluma Picasso! ¡Gracias, tía Pingping!