Al ver a Ni Cuihua así, Ni Yan le susurró unas palabras al oído.
Después de que Ni Cuihua entendió el propósito de esas extrañas prendas, se sonrojó y se sintió incómoda por completo.
—¡Yangyang, vámonos! —dijo.
Ni Yan se rió y dijo:
—Mamá, no hay nada de qué avergonzarse. Hoy en día, todo el mundo en la ciudad usa estas prendas. No solo pueden prevenir enfermedades femeninas, sino que también previenen la caída de los senos.
Ni Cuihua aún se sentía un poco incómoda:
—¿Todos en la ciudad usan estas?
—Sí. —Ni Yan asintió, mientras arrastraba a Ni Cuihua—. Mamá, elige un estilo que te guste.
La cara de Ni Cuihua se puso roja como un camarón hervido:
—De todas formas, se lleva por dentro, cualquier estilo servirá.
Al ver a Ni Cuihua así, Ni Yan no le hizo difícil la situación. Escogió dos estilos adecuados para chicas jóvenes y mujeres jóvenes, y le dijo a la dependienta:
—¿Podríamos llevarnos dos piezas de cada uno en taza C y D de estos estilos?