—Gracias —Mo Qishen extendió la mano y tomó la taza. Sus delgados dedos rozaron accidentalmente el dorso de la mano de Ni Yang, sintiéndose ligeramente fríos.
En ese instante, Mo Qishen de pronto pensó en un exquisito jade antiguo que había encontrado el verano pasado mientras estaba en el País F.
La sensación de tocar ese jade era similar.
El agua con miel era dulce con un ligero toque de limón. Un solo sorbo logró aliviar la sensación de ardor en su corazón.
Aprovechando la acción de coger comida, Mo Qishen susurró al oído de Ni Yang:
—Yangyang, ¡yo aguanto muy bien el alcohol! No estoy borracho en absoluto, no tienes que preocuparte.
En ese mismo momento, Ni Yang giró la cabeza, y sus pálidas mejillas rozaron sus labios.
Fue como un choque.
Tal movimiento involuntario había logrado dejar estupefactos a ambos.
Los ruidos de jactancia que venían de la mesa parecían haberse convertido en un vacío.