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Vincent y el personal observaban curiosos mientras la tensión entre las dos mujeres bullía. Evelyn se sentó compuesta, pero sus ojos brillaban con una determinación tranquila. Annabelle, por otro lado, trataba de mantener una sonrisa amable, pero el nervioso destello en sus ojos delataba su incomodidad.
—¿Por qué siempre tienes que meterte con ella? —la voz de Vincent cortó el silencio, su ceño desaprobador dirigido hacia Evelyn. Su rol como el protector auto-designado de Annabelle nunca había vacilado. Para él, Annabelle era la víctima inocente y Evelyn —su otrora prometida— era la fuente de todos sus problemas.
Evelyn no se molestó en reconocerlo. Colocó su vaso lentamente sobre la mesa y se puso de pie, con una pizca de despreocupación en su movimiento. —Está bien. Me voy entonces —dijo, alcanzando su bolso—. Ya que los paparazzi que sin duda has contratado ya han tomado mi foto aquí, no veo ninguna razón para quedarme.