Zevian acunó suavemente a Kiana, quien estaba acurrucada plácidamente contra su pecho, sus suaves murmullos revelando cuánto extrañaba a su mamá. Cuidadosamente la levantó de su pecho, colocándola con delicadeza en la cama. Justo cuando se levantó, su teléfono vibró, y en el momento que escuchó la voz aterrada de Juan, su corazón se desplomó.
—¡Debe haber sido secuestrada de nuevo! —Esas palabras enviaron un escalofrío helado por las venas de Zevian, su mente retrocediendo a la cara pálida y sin vida de Evelyn cuando la sacaron de la tumba. El recuerdo estaba demasiado fresco, demasiado crudo. Su mundo se sentía como si se derrumbara de nuevo.
¡No, no de nuevo!