Al día siguiente, Kiana estaba la más emocionada, despertando temprano y corriendo por la casa con una alegría contagiosa. Todos estaban contentos de verla así de feliz, esperando que este primer picnic familiar llevara a muchos más en el futuro.
Zevian, que había trabajado toda la noche, se aseguró de despejar su agenda para el día. Advirtió estrictamente a su asistente que no lo llamara, ya que Brandon tenía la habilidad de alterarse por problemas menores, a menudo molestándolo incluso en sus días libres. Revisando la hora que avanzaba después de las once, se fue a preparar, eligiendo un par de shorts y una camisa holgada. Sacó sus mejores gafas de sol que le iban bien antes de entrar a la ducha.
Entretanto, Evelyn negaba con la cabeza de manera contundente ante los pequeños bikinis que Avery había comprado para ella. —No me voy a poner ninguno de estos —declaró, caminando hacia su armario para escoger algo más decente.