Kiana se despertó de su profundo sueño, sintiendo a alguien desabrochándole el cinturón de seguridad y levantándola de su asiento. Sus ojos parpadearon al abrirse y los frotó con pequeños puños mientras un bostezo escapaba de sus labios.
—¿Ya estamos en casa? —preguntó, abrazando el cuello de su mamá, quien la levantó.
Evelyn sonrió con ternura al alzar a Kiana del asiento elevador, meciéndola en sus brazos. —Hemos llegado a la Mansión Reign, cariño —respondió suavemente.
La somnolencia desapareció instantáneamente del rostro de Kiana, reemplazada por un brillo brillante y emocionado. —¡Oh, eso es genial! —chilló, olvidando su cansancio en un abrir y cerrar de ojos. Sus pensamientos corrieron de inmediato hacia sus abuelos, a quienes echaba de menos desde la semana pasada, especialmente a su abuelo Johnathan, a pesar de cómo la había hecho pasar por el "infierno de tutoría" después de su trampa en la boleta de calificaciones.