La habitación cayó en un silencio incómodo, el eco de la bofetada de Natalie resonando en la mente de todos. Sabrina tambaleó con la fuerza, su mano extendiéndose para sostener su mejilla ardiente. Sus ojos se abrieron de par en par, sin esperar que de todos, su dulce y amable nuera le pegara.
—¿Cómo te atreves? —gritó Sabrina, avanzando un paso pero la expresión de Natalie hizo difícil parecer confiada. Miró a su alrededor buscando a alguien que la apoyara, pero todos simplemente los miraban, con Avery apenas conteniendo su risita.
—No intentes golpearme nunca más, señora Grey —advirtió Natalie, su voz tan firme como el acero. Con un suspiro, continuó—, Ya no soy la esposa de tu hijo.
Fredrick frunció el ceño al escuchar la noticia y miró al asistente de Dominic que estaba de pie en la puerta, detrás de Sabrina. «¿Ya firmaron el divorcio?», pensó, sintiéndose culpable por haber descuidado a su hijo todos estos años.