En cuanto terminó la audiencia judicial, Evelyn no perdió tiempo en volar hacia la Ciudad de Antimosa para estar con su madre. Esta vez, Zevian no la había seguido ya que necesitaba recuperar los muchos días perdidos en el Imperio del Reinado, y ella insistió en que se quedara atrás. La pequeña osa, Kiana, había hecho una rabieta, pero Zevian la contuvo, sabiendo lo importante que era para Evelyn pasar tiempo a solas con su mamá.
—Señora, debería ponerse esto —Rita se acercó a ella, pasándole una chaqueta de cuero gruesa—. Revisé los informes, y para cuando aterricemos, hará bastante frío.
Evelyn la aceptó con una sonrisa agradecida. Unos hombres de Damien también viajaban con ella en el jet junto con Rita, así que no necesitaba preocuparse por la seguridad. Pero ahora que estaba completamente sola, sus pensamientos no podían dejar de desviarse hacia lo que había sucedido en la corte.