Inesperadamente, el Tío Xu y la Tía Xu habían sido llevados.
Guan Cheng y Lu Tianjun, siguiendo las órdenes de Feng Qingxue, estaban entregando mercancías a la pareja de ancianos. Nadie respondía a pesar de tocar la puerta durante mucho tiempo. Al darse cuenta de que la puerta no estaba cerrada con llave, los dos hermanos intercambiaron una mirada antes de empujarla suavemente para abrirla.
La habitación estaba en desorden, sillas y mesas volteadas, cofres abiertos de par en par y ropa y otras pertenencias tiradas por todo el suelo.
Todo el caos les recordó el desastre que su familia había experimentado cuando eran jóvenes.
Sus rostros palidecieron simultáneamente.
—¿Pasó algo? —soltó Guan Cheng.
Aunque era joven cuando la Familia Guan había estado en problemas, la escena le había dejado una profunda impresión. Nunca podría olvidarlo; ese recuerdo lo perseguiría por el resto de su vida.