Feng Qingxue caminaba hacia su casa, reflexionando sobre las palabras de la Señora Xu y cuestionándose a sí misma en su corazón.
—¿Estás sinceramente dispuesta a casarte con un campesino que tiene un buen trasfondo, pero carece de educación?
—¿Estás realmente dispuesta a vivir una vida en la que trabajas desde el amanecer hasta el atardecer, contando cuántos puntos de trabajo y cuánto grano puedes conseguir al final del año, viviendo una vida desprovista de interacciones conmovedoras, solo esperando el final de esta catástrofe cultural?
—¿Estás contenta de depositar tus esperanzas en la próxima generación por el resto de tu vida?
—No, ¡ella no lo está!
—¡Realmente no lo está!
