—Ofrezco 110 taeles.
—Ciento veinte taeles.
—Ciento cincuenta taeles.
Una tras otra, las voces resonaban en el salón. Estos jóvenes maestros no carecían de dinero, especialmente aquellos de familias que hacían negocios. ¿Cómo podría compararse este centenar y ochenta taeles con un azúcar blanco tan raro?
Los ojos de Liu Wei se iluminaron. No esperaba que esta bolsa de azúcar blanco fuera subastada.
Pero este azúcar pertenecía a Gu Yundong. Se giró para pedir su opinión.
Los ojos de Gu Yundong también brillaban. Que vengan más fuerte los hijos pródigos. Ella necesitaba mucho dinero ahora.
Sin embargo, la realidad era cruel.