Gu Yundong no hablaba, pero sus golpes se volvían cada vez más fuertes.
No solo Xin Zhiyuan gritaba de dolor, incluso los demás a su lado temblaban de miedo.
Las concubinas no se atrevían a acercarse, pero la Señora Tang gritó:
—¡Alto! ¿Quién eres? ¿Mi esposo te ofendió? Nos arrestaron, pero aún está la Corte Imperial para condenarnos. Estás usando el linchamiento.
Gu Yundong sintió un picor en sus oídos. ¿Estas personas estaban acostumbradas a ser altivos amos? ¿Eran tan arrogantes que no podían ver claramente su propia situación?
Nadie hacía un sonido. Solo ella seguía siendo el centro de atención.
Gu Yundong finalmente se detuvo y entrecerró los ojos para mirar en esa dirección.
La Señora Tang temblaba bajo su fría mirada y tuvo una mala premonición.
Gu Yundong levantó la pierna y pateó a Xin Zhiyuan. Luego, lo dejó y caminó hacia la Señora Tang paso a paso.
—¿Q-Qué estás haciendo? —preguntó la Señora Tang ahora tenía un poco de miedo. Se sentó en el suelo y retrocedió.
