Gordon abrió la puerta de golpe, desde el marco de su puerta miro hacia el patio, su rostro mostrando una expresión de ira contenida, como si algo importante hubiera sido interrumpido de forma abrupta.—¿Sheriff Hood? ¿Qué demonios hace aquí? —espetó Gordon, con el rostro endurecido por la ira—. No eres bienvenido aquí, así que lárgate de mi propiedad.Hood miró su ropa desordenada y preguntó con frialdad:—¿Estoy buscando a Carrie, está aquí?—Eso no es de tu incumbencia Hood.— respondió rápidamente.——Si ella está aquí, necesito hablar con ella ahora mismo.—Vete al diablo Hood.—Gordon, no tranquilo.—intervino Carrie, bajando las escaleras a toda prisa mientras intentaba arreglarse la ropa y alisar su cabello desordenado.Se interpuso entre los dos, camino hacia la acera de la calle para hablar con Hood.—¿Qué quieres?Hood pensó que se enfurecería al ver a Carrie en ese estado, pero, para su sorpresa, no sintió nada. Ni ira, ni tristeza, ni la presión habitual que lo apretaba en situaciones como esa. Fue como si una parte de él se hubiera desconectado.Miró a Gordon y luego se dirigió a Carrie:—Job encontró a Rabbit.—¿De verdad? ¿Dónde? —preguntó Carrie, sorprendida.—En Nueva York —respondió Hood, con tono serio—. Pero las cosas no salieron bien y Job resultó herido. Necesita ayuda.—Entendido, iré con ustedes —dijo con firmeza Carrie, girándose hacia Gordon con una mirada firme.—¿Qué esta sucediendo Carrie? —replicó Gordon, visiblemente alterado. Dio un paso hacia ella, buscando respuestas.Carrie no respondió de inmediato. En cambio, sostuvo su mirada por un instante, como si buscara las palabras correctas.—Tenemos que irnos ahora mismo —interrumpió Hood, su voz cortante.—Solo dame un momento.Carrie se acerco y sostuvo el rostro de Gordon con sus manos, atrayéndolo hacia ella.—Cariño, si Rabbit está en Nueva York, tengo que ir.—su voz tembló, pero volvió a tomar fuerza.—Gordon giró la cabeza, mirando a Hood, luego volvió hacia Carrie.—Acabas de volver a casa. ¿Estás segura de que quieres hacer esto?—Lo que hago, lo hago por nuestra familia —dijo Carrie con firmeza, su mirada fija en Gordon—. Sé que no es fácil de entender, sabes de lo que es capaz. Si no termino con esto ahora, Max y Deva nunca estarán realmente a salvo. Esto lo hago por nosotros, por proteger lo que tenemos. Tienes que confiar en mí.Gordon miró a Hood, parado en la puerta de su auto, y agitó las manos con enojo. Salió por la puerta, acercándose a Hood.—¿Qué diablos te pasa? ¿Por qué sigues jodiendo a mi familia?Hood lo ignoró y miró a Carrie.—No tengo tiempo para estas tonterías —dijo Hood con impaciencia, señalando a Carrie—. Quédate aquí y explícale, pero yo tengo que apresurarme a salvar a Job.—¡Oye, mírame! ¡No hables con ella! —Gordon estaba tan furioso que empujó a Hood, quien se tambaleó por la fuerza del golpe.Hood se giró, furioso, levantando los puños.—¡Deténganse los dos!Carrie corrió para interponerse entre ellos, tratando de evitar el conflicto.—Golpéame. ¿No eres bueno golpeando? —dijo Gordon mientras retrocedía, sacando un revólver negro de su cintura.Con los ojos rojos, apuntó con el arma a Hood.—Si no aclaras las cosas esta noche, no irás a ninguna parte.—¿Por qué apareces cada vez que las cosas comenzaba a ir mejor? ¿Qué está pasa entre tú y Carrie, maldito?—¡Gordon, baja el arma!Había lágrimas en los ojos de Carrie. No entendía por qué las cosas habían llegado a este punto.—Este asunto no tiene nada que ver contigo —dijo Hood, apretando los puños—. Te advierto, baja y guarda esa arma Alcalde Gordon.Gordon respiró hondo, apretando el revólver entre sus dedos con fuerza.—Arruinaste nuestra vida, desde que llegaste a este pueblo todo se fue al carajo y dices que no tiene nada que ver contigo.Carrie suplicó rápidamente:—Gordon, por favor, baja el arma. No lo entiendes.—Entonces hazme entender —dijo Gordon, mirando a Carrie con rabia— Dime, ¿qué está pasando entre ustedes?Hood entrecerró los ojos, fijando la mirada en el arma.—Carrie, hazlo entrar en razón, por que si no te juro que le voy a matar.—¿De verdad? Puedes intentarlo bastardo. Esta es tu última oportunidad para decir la verdad, o te meteré una bala en la cabeza —amenazó Gordon, avanzando un par de pasos.El ambiente se tensó, lleno de peligro inminente, Carrie, con el corazón latiendo desbocado y la respiración entrecortada, luchó por encontrar las palabras adecuadas.—Gordon, él es el padre de Deva.Las palabras de Carrie cayeron como un martillo sobre Gordon, paralizándolo en el acto. Su mente intentaba procesar lo que acababa de escuchar, pero el peso de la revelación parecía imposible de soportar.Hood, al darse cuenta de que Carrie había revelado la verdad, no hizo ningún esfuerzo por negarlo. Su silencio era tan elocuente como cualquier confesión, y sus ojos se desviaron hacia las manos de Gordon, que temblaban visiblemente mientras sus dedos permanecían tensos sobre el gatillo.Después de unos segundos que parecieron eternos, Gordon bajó lentamente el arma.—¿Es verdad?Hood no dijo nada. Retrocedió un poco y se giro para dirigirse al auto estacionado a pocos metros. Sin pronunciar una sola palabra más, abrió la puerta, subió al asiento del conductor y encendió el motor, dejando tras de sí un silencio cargado de significado.Ethan, sentado en el asiento del pasajero, había escuchado todo, pero no tenía intención de intervenir, sabia que Gordon no iba a dispararle a Hood, por lo que solo observo la escena en silencio, para el era mejor que la perra de Carrie no los acompañara, pero Job lo sentiría mas, después de haberse arriesgado por ella.—Es difícil saber quién tiene razón en este tipo de situaciones —pensó Ethan. En su opinión, el único inocente en todo esto era Gordon, era ignorante en toda esta historia entre Carrie y Hood, si se debía culpar era a Carrie que nunca le conto la verdad a su esposo, y al final todo le explotio en la cara.Carrie abrazó a Gordon antes de despedirse.—Te contaré todo cuando regrese, pero tengo que irme ahora.Gordon levantó la vista, aún aturdido por la impactante verdad.—¿Por qué tienes que ir?—Tengo que ponerle un fin a los asuntos entre mi padre y yo, si no nunca podremos vivir tranquilo Gordon, lo hago por nuestra familia. Te amor Gordon.El tono de Carrie era suave, pero sus palabras estaban cargadas de determinación.Se dio la vuelta y caminó hacia el auto. Ethan la observó acercarse y luego abrir la puerta para sentarse en la parte trasera.Esto tiene que acabar en esta ocasión, o matamos a Rabbit, o él nos mata a nosotros. Hablo en serio —dijo Carrie desde el asiento trasero tras un largo silencio.-Hood, sosteniendo el volante, respondió con tono aburrido:—No tengo problemas con eso.Ethan apagó su cigarrillo con un gesto lento, aplastándolo contra el cenicero portátil antes de lanzarlo por la ventana. El auto avanzaba por la solitaria carretera que se extendía entre las sombras, tragándose la distancia que separaba al pequeño y sombrío pueblo de Banshee, de las luces brillantes de Nueva York.A la mañana siguiente, llegaron directamente al estacionamiento del Hospital Presbiteriano de la ciudad de Nueva York. Una camioneta azul se deslizó con calma hasta detenerse en uno de los espacios más alejados.Ethan, sentado en el asiento del copiloto, se tomó un momento antes de salir del auto, se colocó un par de guantes negros, el cuero crujía ligeramente al ajustarlos. Luego, tomó una gorra se la coloco hasta cubrir la mayor parte de su rostro con la sombra de la visera. mientras observaba con atención el entorno antes de abrir la puerta.Hood sacó una pequeña bolsa de la guantera de almacenamiento de la camioneta:—Salí con prisa, solo traje un arma extra.—No importa, traje la mía.—exclamo Ethan, subiendo su playera levemente mostrando su cintura donde posaba su M9.Le entregó a Carrie la M9 y dos cargadores de repuesto. La pistola estaba equipada con un silenciador. Carrie tomó la pistola y se la puso en la parte baja de la espalda, levantándose el chaleco para cubrirla:—¿En que habitación está Job?.— pregunto Ethan.Hood sacó un silenciador y lo instaló en el M1911, luego guardó el arma:—La habitación 307, recuerden, está en territorio de Rabbit. Job me advirtió que podría tener contactos dentro de este hospital, así que no es descabellado que nos encuentre en cualquier momento. Manténganse alerta.—Ve al frente y busca a Job. Carrie y yo vigilaremos.Hood dejó escapar un suspiro al ver a Ethan alejarse solo por el estacionamiento. Recodo que durante todo el trayecto hacia aquí, el silencio fue absoluto. Nadie pronunció una palabra, y Ethan, en especial.Finalmente, incapaz de contener su frustración, Hood se volvió hacia Carrie y, con un tono insatisfecho, dijo:—Le debes una disculpa a Ethan, es algo testarudo pero el lo entenderá si hablas con el.Carrie no dijo nada, solo se puso su sombrero en silencio y caminó hacia la puerta lateral. Hood cerró de golpe la puerta del coche y avanzó tras de ella. Cuando Ethan desapareció de su vista, deslizó la mano hacia su cintura, tocando el arma con la palma antes de guardarla rápidamente en su espacio de almacenamiento.Con la misma confianza de siempre, avanzó por el lobby del hospital. Su postura relajada se movió con soltura atreves del lobby del hospital. Cada vez que una cámara de seguridad se cruzaba en su camino, inclinaba ligeramente la cabeza, asegurándose de no darles una imagen clara de su rostro.Sin detenerse, alcanzó el ascensor y presionó el botón de llamada, observando cómo las puertas se abrían al instante. Dentro del elevador, pulsó el botón del tercer piso. "La habitación 307", murmuró en voz baja mientras apoyaba la espalda contra la pared de metal.Con un suave "ding", las puertas del ascensor se deslizaron lentamente, revelando el pasillo desierto del tercer piso. Ethan ajustó la visera de su gorra de béisbol, bajándola un poco más para ocultar parcialmente su rostro, y salió con pasos medidos. El ambiente era tranquilo, roto solo por el eco de sus pasos y el ocasional movimiento apresurado de alguna enfermera que cruzaba el corredor con la mirada fija en su labor. Para un desconocido, un hospital de esta magnitud podría sentirse como un verdadero laberinto: pasillos que giraban y se bifurcaban en direcciones inesperadas, puertas divisorias que parecían surgir a intervalos regulares y una confusión perpetua en los números de las habitaciones.Ethan avanzó con calma, su mirada calculadora recorriendo cada detalle. El número de serie de las salas no comenzaba simplemente con un "3", lo que complicaba aún más la búsqueda de la habitación 307. Cuando dobló una esquina, un sacerdote alto caminó hacia él, vestido con una túnica negra y una cruz colgando frente a él. Mientras el sacerdote avanzaba por el pasillo, algo en su movimiento llamó la atención de Ethan. De vez en cuando, pequeños destellos metálicos emergían de los pliegues de su túnica negra. A primera vista, podrían pasar desapercibidos, para cualquiera pero para la mirada entrenada de Ethan.Cuando ambos se cruzaron en el angosto espacio, un detalle más salió a la luz. La inclinación del sacerdote dejó parcialmente expuesto su cuello, revelando un tatuaje: una araña negra que se extendía desde la base de su cuello.Ethan no pudo evitar esbozar una sonrisa que se ensanchó gradualmente. No era casualidad. "Qué jodida buena suerte", pensó con ironía, mientras la adrenalina comenzaba a correr por su cuerpo.El sacerdote le hizo un gesto con la cabeza y Ethan le devolvió la sonrisa. Ethan sabía que el pasillo estaba vacío, solo ellos dos. El falso sacerdote, ajeno a quién tenía frente a él, no mostró signos de alarma. Ethan dejó escapar una leve sonrisa, pero esa calma se desvaneció en un instante cuando su cuerpo se movió con precisión letal.Con un giro rápido de cintura, alzó los brazos y lanzó un golpe certero, todo en un solo movimiento fluido. Su puño impactó con fuerza en la nuca del falso sacerdote, dejándolo inconsciente antes de que pudiera emitir siquiera un sonido.Antes de que el cuerpo cayera al suelo, Ethan dio un paso atrás con agilidad, atrapándolo justo a tiempo. Sin perder el ritmo, giró la perilla de una puerta cercana y la abrió. En cuestión de segundos, cruzó el umbral con el sacerdote falso colgado sobre su hombro, cerrando la puerta detrás de él con un leve chasquido, mientras el silencio del pasillo volvía a reinar.En la habitación, sólo había un paciente acostado en la cama con una máscara de oxígeno en la cara. Probablemente no le importaría la repentina intrusión de un invitado no invitado. Ethan arrojó al falso sacerdote al suelo y rápidamente buscó entre sus ropa. Además de una M1911 equipado con un silenciador, también había un cuchillo militar de más de diez centímetros de largo. Guardó la pistola en su cintura.Levantó y bajó el cuchillo, y se lo clavo profundamente el pecho atravesándole el corazón. Ethan no quería armar un escandalo, por lo que fue la solución mas practica en ese momento, salió de la habitación dejándole clavado el cuchillo en el pecho.Los hombres de Rabbit ya sabían que Job estaba aquí, por suerte no lo habían encontrado aun, debía encontrarlo rápido, avanzó rápidamente por el pasillo, después de un rato, finalmente vio el número de la habitación que comenzaba con tres. Tres cero uno, tres cero dos, caminó hacia adelante todo el camino.Los pasos se detuvieron de repente y un sacerdote, también vestido con una túnica negra, salió de la habitación "306" junto frente a el. Los dos se miraron y el aire quedó estancado por un segundo. Como en un duelo de vaqueros, los dos hombres desenfundaron sus armas rápidamente y sonó un disparo sordo. Una gran bola de sangre salpicó la pared detrás del sacerdote y este cayó al suelo deslizándose por la pared. Pronto mas disparos resonaron en el pasillo y se extendieron rápidamente. Antes de que Ethan bajara su pistola, se escucharon varios disparos más en la distancia. Fue entonces cuando Hood y Carrie se encontraron con el.En ese momento, sonó una alarma estridente en el hospital y luces rojas se encendieron en el pasillo. De lo contrario, el viejo americano está muy alerta y reacciona de inmediato. Si hubiera sido el lugar original, alguien habría salido de la sala maldiciendo y buscando al niño que disparó los petardos.Ethan ignoró a Hood y a los demás en ese momento y corrió hacia adelante rápidamente. Pronto llegó frente al pabellón número 307. Abrió la puerta y entró en un instante. Las luces de la sala eran tenues y había dos camas. Job yacía en una cama de hospital, con el rostro pálido y la cabeza envuelta como un tercer hermano indio. Tenía los ojos bien cerrados, como si estuviera durmiendo. La vista de Ethan era asombrosa y podía ver claramente que sus pestañas temblaban levemente, sus manos cruzadas frente a él y la parte inferior de la mano cubierta. Una sonrisa apareció en sus labios, se acercó lentamente con pasos pesados, luego recogió la almohada de la cama junto a él y se la arrojó a Job.Cuando Job escuchó los disparos en la distancia, todos sus sentidos se activaron de inmediato. Fingiendo dormir, ocultó un bisturí en el dorso de su mano, listo para actuar en cualquier momento.El sonido de una puerta abriéndose rompió el tenso silencio. Los pasos que siguieron resonaron en la habitación, acompañados por una ligera corriente de aire. La respiración de Job se aceleró imperceptiblemente, y en el momento exacto, abrió los ojos con un movimiento rápido.Con precisión, lanzó el bisturí hacia la figura frente a él. Sin embargo, su ataque fue interceptado por una almohada que se interpuso en el último segundo. El bisturí desgarró la tela, liberando una lluvia de plumas que flotaron en el aire.Cuando las plumas comenzaron a asentarse, la figura de Ethan se hizo visible, parado junto a la cama. Una sonrisa burlona se dibujaba en su rostro mientras dejaba caer la almohada perforada al suelo.¡Al diablo contigo, bastardo, que te jodan Fuck! —espetó Job con furia, su rostro rojo de ira—Por favor, ¿así es como me recibes? —Ethan avanzó con una sonrisa—. Vamos, te sacaré de este lugar infernal.ob apretó los dientes y, presa de una mezcla de miedo y frustración, lanzó un golpe hacia Ethan. Sin embargo, cuando lo vio claramente, el terror que lo había mantenido al borde del pánico comenzó a disiparse. Su corazón, que parecía estar suspendido en un hilo, finalmente encontró un respiro al reconocer a Ethan.Después de despertar en el hospital, lo primero que había hecho fue llamar a Hood, buscando desesperadamente un rastro de apoyo. Desde entonces, el miedo no lo había abandonado, pero ahora, al ver a Ethan aparecer frente a él, esa carga insoportable comenzó a desvanecerse. Por primera vez en horas, sintió que podía respirar con algo de tranquilidad.—¿Dónde están Hood y los demás?—Todavía hay hombres armados afuera —Ethan lo ayudó a quitarse la aguja de su mano—. ¿Puedes caminar?—Apenas.Con la ayuda de Ethan, Job apretó los dientes y se sentó. En ese momento, se escucharon pasos rápidos fuera de la sala y se detuvieron frente a la puerta.