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Chapter 65 - Asalto a la mansión V

Dentro de la vasta barrera que cubría casi toda la zona, Jalren contempló la situación con calma. Por supuesto que no se iba a retirar del lugar después de todo el poderío militar que había traído; nadie podría superarlo. Aunque había algo que le molestaba: la información que había recibido estaba mal. Se suponía que su grupo debía ser teletransportado cerca de las habitaciones de la familia real, pero en su lugar habían sido enviados al extremo más alejado.

"¡Qué mierda hizo ese bastardo de Selmun! Ese anciano decrépito se supone que lo enviamos a supervisar y hacer una exploración previa, ya que no confiábamos en la información que nos estaban dando aquellos inútiles, pero parece que el imbécil también fracasó", dijo Jalren en un tono frío.

Jalren era poseedor de un buen olfato. En un instante se dio cuenta de que había un leve olor a sangre, y sin lugar a dudas, ese olor pertenecía al anciano Selmun. Entre más analizaba lo que tenía alrededor, más se daba cuenta de los pequeños detalles. Por ejemplo, el lugar en el que se encontraba estaba hecho un desastre; se notaban signos de una batalla previa. Solo con ver eso, él supo que algo les había pasado a sus compañeros. Sin más que decir, se dio la vuelta hacia sus compañeros y les ordenó:

"Mostrug, Igroxith, Brozgathan".

Cuando habló, tres personas dieron pasos hacia adelante, respondiendo el llamado de Jalren.

"Vamos a proseguir con el plan inicial. Sin lugar a dudas, ya están al tanto; todo parece indicar que lograron capturar al vegestorio. Pero eso no importa; vayan y tráiganme la cabeza de esa niña, y en cuanto a aquella existencia que mencionó Aris, de esa me voy a encargar personalmente".

"Entendido".

"Entendido".

"Entendido".

Los tres sujetos que había nombrado asintieron al unísono y, al mismo tiempo, salieron disparados hacia la barrera; se disponían a romperla. Igroxith fue el primero en llegar al extremo de la barrera. Corrió rápidamente hacia ella con una alabarda que se veía extremadamente pesada; sin lugar a dudas, era una especie de alabarda. Él era un guerrero experimentado, experto en el cuerpo a cuerpo y en el uso de la alabarda. En su reino de origen es conocido como un guerrero formidable, clasificado como Rango S; ese título le fue otorgado por el gremio de Aventureros de su país. En su alabarda se pueden ver múltiples grabados, lo que da a entender que su arma es un objeto mágico, y no se trata de un arma cualquiera. Él corría con elegancia, se movía como si estuviera danzando; sus ojos color café lo hacían ver como una persona común y corriente, pero sus movimientos insinuaban que no se trataba de un cualquiera. Él parecía ser el más rápido de su grupo, y fue el primero en llegar al extremo de la barrera. No le tomó más que unos segundos, y cuando finalmente estuvo cerca, apretó el agarre de su mano derecha y estrelló con todas sus fuerzas la alabarda contra la barrera, que parecía tan delgada como un cristal.

¡CRACK!

Igroxith pudo ver cómo se agrietó la barrera. Parecía que no iba a resistir su poderoso ataque, pero contrario a sus expectativas, la barrera se reparó sola; fue en un instante, y justo después de que ocurrió ese fenómeno extraño, él pudo notar que la punta de su arma también había sufrido daños. Al notar estos pequeños detalles, de inmediato sus ojos se abrieron de par en par; estaba más que sorprendido por lo que estaba pasando. Era la primera vez que algo como esto le pasaba; su alabarda había quebrado muchas espadas, escudos y lanzas en el pasado; nunca tuvo la necesidad de hacerle mantenimiento, pero esa misma alabarda había sufrido daño solo porque golpeó una barrera débil.

"¡Imposible!", exclamó Igroxith.

Igroxith notó que los dos elfos que estaban del otro lado de la barrera tenían unas caras extrañas; casi parecían tan sorprendidos como él al notar el fracaso que había cometido. Sus compañeros le llamaron la atención.

"Parece que, sin lugar a dudas, tu alabarda sí necesitaba un mantenimiento adecuado antes de venir. ¡Mira que quebrarse solo con tocar esa barrera!", dijo Mostrug, el tipo con más músculo del grupo.

"Tsk, cállate", respondió Igroxith molesto.

"No creo que esa barrera sea tan simple; soy incapaz de sentir una sola pizca de maná en ella. Sin lugar a dudas, tiene algún truco escondido. ¿Qué opina de esta barrera, Jalren?", Brozgathan, el mago Rango S, preguntó a su líder, pero algo le llamó la atención: su líder estaba mirando en cierta dirección, más específicamente al centro de la barrera. Al seguir la mirada de su líder, notó la figura de cierta niña de ojos color verde y un cabello plateado hermoso; esa descripción coincidía con los datos que les habían dado. Su boca cayó, y todo lo que pudo soltar fue una sola expresión:

"Se volvieron locos los elfos".

Brozgathan pronto les avisó a los demás de su hallazgo. No había necesidad de decírselos, pero la sorpresa que recibió fue inmensa, así que no se pudo controlar.

"Oigan, miren al centro de la barrera".

Al decir esas palabras, sus dos compañeros voltearon a mirar hacia el lugar y también se sorprendieron por lo que estaban viendo; se trataba de nada más ni nada menos que su objetivo número uno. Poco a poco, todos se empezaron a dar cuenta de la presencia de la niña. Fue extraño, ya que les pareció raro que no pudieran notarla hasta ahora. A todos se les empezó a formar una comisura en los labios. Sin lugar a dudas, habían pensado que era su día de suerte.

"Jajajaja. Ya entendí; parece que los elfos optaron por sacrificar a su pequeña princesa. Ahora todo tiene sentido", Mostrug dijo con su gran tono de voz; todos los presentes fácilmente escucharon su declaración y parecieron creerla.

"No sabía que los elfos fueran tan desalmados con sus hijos; sin lugar a dudas, se volvieron locos de remate", Igroxith comentó. Parecía un poco decepcionado por la actitud de los elfos; los consideraba un poco más dignos y mejores que eso; él pensaba que esos elfos protegerían a su princesa hasta el final, sin importar cuántas vidas se perdieran en el proceso.

Por otro lado, Aris miraba con el ceño fruncido a la niña. Le dijo a Jalren:

"Sin lugar a dudas, ha despertado su poder mágico; eso no debería haber pasado", comentó Aris; se podía sentir la preocupación en su voz. Sin lugar a dudas, el que esa niña estuviera delante de ellos era motivo de preocupación; ellos no debían encontrarse en este lugar; se suponía que ella sería asesinada en su habitación; se suponía que ese sería el final de la vida de esa niña: morir atravesada por una espada.

"Sin lugar a dudas, algo extraño está pasando en el mundo; sin lugar a dudas, hay algún bastardo interrumpiendo la voluntad del mundo. Sea lo que sea, está cambiando constantemente el destino de esa niña". Los ojos de Jalren estaban clavados en la niña, y no era capaz de entender cómo había escapado de su percepción; eso era motivo de elogio. Soltó un suspiro, ya que fue incapaz de entender todo lo que estaba ocurriendo, y dijo con tono decidido:

"Mátenla", ordenó a todos los presentes. Él no se iba a ensuciar las manos matando a una niña debilucha; ese trabajo era para los de menor rango. La mayoría de las personas que habían traído con ellos eran aventureros, y entre ellos se habían mezclado algunos mercenarios. La realidad era que daba lo mismo quién la matara; en lo que sí tenía interés era en luchar con aquel sujeto de los reportes, el mismo que había apaleado a Aris. Una vez que le ordenó a sus subordinados, se pudieron ver a diferentes personas acercarse a la niña; se trataba de un grupo de diez personas; sin lugar a dudas, eran los más necesitados, o más específicamente, eran los mercenarios que, sin lugar a dudas, estaban intentando destacar para obtener mayores beneficios.

"Jajaja, dinero fácil", dijo uno de los sujetos.

"Es verdad, ¿quién pensaría que ofrecen tanto dinero por la cabeza de esta pequeña niña?", dijo otro mientras se acercaba a la pequeña niña y ponía su mano en la cabeza de esta.

"Solo mírala, la pobrecita está congelada en su lugar y no sabe qué hacer; todo lo que puede hacer es mirarnos con temor".

Las diez personas lanzaban comentarios y burlas constantes de lo fácil que era la misión que les habían asignado; sin lugar a dudas, una vez que completaran este trabajo no necesitarían trabajar por al menos un año; la cantidad que les habían prometido era, sin lugar a dudas, una buena suma de dinero. La niña de ojos verdes y cabello plateado estaba congelada; no se movía para nada, y sus ojos estaban clavados en el líder; ella irradiaba inocencia; sin lugar a dudas, era una buena niña. Después de que el sujeto enmascarado pusiera su mano en la cabeza de la niña y acariciara levemente su cabeza, levantó su hacha; su arma tenía el mango chapado en oro, y la agitó con fuerza; parecía que su intención era degollar a la pequeña.

"¿Trabajo termina...?"

Su frase se vio interrumpida por un crujido; el sujeto pudo escuchar el sonido de algo rompiéndose, o más bien el sonido de algo chocando contra una superficie extremadamente dura, o más específicamente, una barrera. Su hacha fue detenida en seco por una barrera semitransparente que se había formado justo al lado del cuello de la niña, y al mismo tiempo notó que el filo de su arma se había roto. Todo lo que pudo hacer fue abrir los ojos de par en par. Después de que atacara a la niña, algo curioso pasó: la niña que estaba mirando a su líder volteó a mirar a los diez mercenarios que la rodeaban, y se pudo escuchar una voz que sonaba extremadamente tranquila; la voz de la niña resonó en toda la barrera; sin lugar a dudas, todos habían escuchado lo que ella dijo; su voz parecía estar amplificada por el maná.

"Bienvenidos sean todos. Mi nombre es Lia Silverlight; es un gusto tenerlos a todos en este lugar", dijo la niña; su expresión seguía congelada, y sus ojos ya no miraban al líder; por el contrario, ahora miraba a todos los presentes; sus ojos estaban escaneando a todos en el lugar. Una vez que terminó de escanearlos, volvió a hablar:

"Estoy al tanto de que han venido a matarme, y para quienes se preguntan si la familia real me entregó para que me asesinaran, lamento informarles de que no es así. Por desgracia, el motivo de mi presencia se debe a que recientemente desperté mi maná; por esa razón me encuentro en este lugar. Así que no crean que estoy aquí para sacrificarme por el bien de evitar bajas entre mis subordinados. No quiero alargarles más la charla; estoy aquí para matarlos a todos ustedes, ya que se atrevieron a invadir mis dominios; esa es la razón principal por la que me encuentro en este lugar, y dado que uno de sus hombres estuvo a punto de volarme la cabeza hace un instante, es correcto asumir que no tendrán piedad conmigo. Los he estado observando a todos, y he llegado a la conclusión de que todos no están aquí por mi cabeza; algunos de ustedes están aquí simplemente por dinero; así que les voy a dar una oportunidad: maten a sus compañeros y les perdonaré la vida; oh, casi lo olvido, soy una maga; tengan eso presente en sus cabezas".

Después de que la niña terminara su discurso, todos los presentes pudieron ver cómo el sujeto que había intentado volarle la cabeza a la niña, con un solo corte, cayó al suelo; se encontraba de rodillas; parecía que una extraña fuerza lo estaba obligando a arrodillarse.

"¿Ugh, qué carajos es esto?", dijo el hombre que hace unos momentos había intentado matar a la niña que tenía delante de él.

En un instante, su propia hacha fue arrebatada por una extraña fuerza y salió volando hacia la niña; ella atrapó el arma por la empuñadura. Todos parecieron sorprenderse de que una niña tan delgada y pálida pudiera levantar un arma que pesaba más que ella sin lugar a dudas, en un movimiento rápido, la niña balanceó el hacha y le rebanó la cabeza al sujeto; el no pudo hacer nada, y sus compañeros no lograron reaccionar a tiempo; cuando quisieron ayudarlo, ya era demasiado tarde.

"Tiene que ser una broma", exclamó uno de sus compañeros.

"¿Oye, oye, ¿es en serio?".

"¿Qué le pasa a esa maldita?".

"¿Es eso siquiera una niña?".

Las diferentes personas que rodeaban a la niña exclamaron; otras se preguntaban si lo que habían visto era real. Un mercenario del Rango B había sido asesinado en cuestión de nada. Una vez que la niña terminó con el sujeto, volteó a ver a los demás; la mirada de la niña seguía igual que al principio. Al ver que la niña no había pestañeado ni un poco al matar a su compañero, varios de ellos sintieron escalofríos. Sin lugar a dudas, la niña tenía algún tornillo flojo. La niña de cabello plateado y ojos verdes habló:

"Hay demasiados de ustedes; sin lugar a dudas, será una molestia matarlos a todos uno por uno. Recuerden mis palabras: si matan a sus compañeros, se les perdonará la vida; en caso contrario, no piensen siquiera en que saldrán con vida de este lugar; no dejaré escapar ni siquiera sus almas de este sitio; piensen bien lo que harán de ahora en adelante; esa barrera no se romperá fácilmente, y tampoco dejaré que la rompan".

Después de que la niña terminara su discurso, el piso de la armería comenzó a temblar incontrolablemente; todos se dieron cuenta de que algo estaba por ocurrir, y no pasó mucho tiempo para que supieran de qué se trataba; nadie esperaba que tal situación ocurriera tan de repente. En un instante, a una velocidad extremadamente absurda, salieron vides verdes del piso; estas atravesaron sin piedad a todos los que estaban en su alcance; los sujetos encapuchados todo lo que pudieron hacer fue tratar de levantar escudos de maná que no se desplegaban a tiempo, ya que no contaban con tal cosa. En menos de diez segundos, la zona dentro de la barrera se convirtió en un charco de sangre; solo unos cuantos habían logrado esquivar con éxito las vides, y otro poco había logrado dañarlas. Los gritos se podían escuchar en toda la zona; los lamentos de las personas que hace unos instantes juraban que saldrían vivos de este lugar, se podían ver las caras de desesperanza en aquellas personas que habían sido alcanzadas por esas vides; y entre toda esa masacre, en todo el centro se encontraba la persona que había ocasionado tal caos; su mirada era fría e indiferente; no se podía ver una sola sonrisa en sus labios, y sus ojos permanecían clavados en sus víctimas, analizando si había alguien cerca que pudiese representar alguna clase de peligro. Todo esto fue visto por Jalren; él no había recibido un solo rasguño, aunque varias de las vides habían impactado en él. Al ver todo el caos que había armado la niña, un suspiro de alivio salió de su boca.

"Me alegro de que no sea una completa debilucha después de todo, y ahora entiendo por qué te querían muerta. Este nivel de destrucción, esta capacidad de ejercer la muerte tan fácilmente, esta frialdad... sin lugar a dudas, no eres una entidad cualquiera, y lo peor de todo es que ni siquiera has alcanzado la adultez y eres capaz de ejercer poderes de esta clase. Sin lugar a dudas, eres una amenaza que debe ser erradicada a como de lugar; no se te puede permitir vivir más allá de esta edad".

La declaración del líder de los invasores fue respondida por la niña de cabello plateado que vestía un extraño vestido de color blanco sin mangas que le llegaba hasta las rodillas; el traje hacía visible lo delgadas que eran sus piernas, y en cuanto a sus brazos, estaban al descubierto y se veían extremadamente frágiles.

"No existe ser capaz de matarme; soy la futura reina de este reino; soy la ama y señora de todas estas tierras; todos ustedes se arrodillarán ante mí, desde humanos hasta los mismísimos dioses; mi existencia no será borrada de este mundo, pase lo que pase".

Con esas palabras dio inicio a una pelea sin cuartel, en la que solo el más fuerte saldría vencedor. Todos aquellos guerreros y magos que aún podían moverse lanzaron sus mejores ataques en contra de la niña; ya se habían dado cuenta de que no era una niña común y corriente; para salir vivos de esta calamidad tenían que darlo todo. Pero para mala suerte de ellos, la pequeña niña de cabello plateado no tenía planes de ir suave con ellos. Desde afuera de la barrera, Naida y Keijo observaban todo lo que estaba ocurriendo con las bocas bien abiertas; la sorpresa los tenía congelados en sus lugares, sin poder hacer ni decir nada; después de todo, su pequeña señora estaba arrasando con todos los enemigos sin sudar una sola gota.

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