Después de varias semanas en las tierras del Imperio Dominitiano, Alaric, Mytravael y Zulikiga forjaron una amistad sólida, acompañada de un profundo respeto mutuo. Durante ese tiempo, Mytravael y Zulikiga perfeccionaron su dominio del oftalmolecusano, el idioma de Alaric, y ahora lo hablaban casi con fluidez. A su vez, Alaric había dedicado muchas horas a aprender el dominitiano, el idioma de aquellos territorios, y tras meses de esfuerzo, finalmente lograba comunicarse con soltura.
Las conversaciones entre los tres líderes se volvieron más profundas y estratégicas. Intercambiaban historias de sus respectivas culturas, conocimientos sobre la navegación, el comercio y la política. Alaric descubrió que el Imperio Dominitiano tenía una vasta red de ciudades y rutas comerciales que podrían resultar útiles para futuras alianzas entre los reinos.
Una tarde, mientras contemplaban el horizonte desde lo alto de un cerro cercano, Alaric sintió una punzada de nostalgia. Hacía mucho tiempo que había partido de Oftalmolecusamp, y aunque había encontrado camaradas en estas tierras, sabía que su deber lo llamaba a regresar a su patria.
—Mytravael, Zulikiga... —comenzó Alaric, con un tono más serio de lo habitual—. Ha pasado mucho tiempo desde que zarpé de mi hogar. Debo regresar a Oftalmolecusamp.
Mytravael lo miró con una sonrisa suave, como si ya lo hubiera previsto.
—Sabía que este momento llegar, amigo mío —respondió Mytravael en oftalmolecusano, con una claridad impresionante—. Pero no estar triste. Lo que hemos logrado aquí será el principio de algo grande.
Zulikiga, que estaba de pie a su lado, asintió solemnemente.
—Nosotros también sentir que vuestro tiempo aquí llega a fin. Pero Alaric... vosotros no partir solo. Nosotros enviar embajadores y exploradores con vos. Queremos ver vuestro mundo.
Alaric se quedó sin palabras por un momento. La idea de regresar con representantes del Imperio Dominitiano no solo era emocionante, sino que también significaba el inicio de una alianza sólida entre sus tierras.
—Estoy profundamente agradecido —dijo Alaric, inclinando la cabeza—. Vuestra presencia en Oftalmolecusamp será recibida con honores. Mis reyes estarán encantados de conoceros.
Pasaron algunos días organizando la partida. Los exploradores y embajadores dominitianos estaban listos para acompañar a Alaric en su viaje de vuelta. Llevaban consigo regalos exquisitos: ornamentos dorados, rollos de pergamino llenos de conocimientos ancestrales y muestras de los cultivos y recursos más valiosos del imperio.
Finalmente, llegó el día de la despedida. Cuando se acercaron a la costa, los dominitianos quedaron impresionados al ver el majestuoso Explorum Nova Tevra atracado en la bahía, listo para partir.
—Este ser vuestro barco, Alaric? —preguntó Zulikiga, maravillado.
—Así es —respondió Alaric, orgulloso—. El Explorum Nova Tevra nos ha llevado a través de tormentas y mares traicioneros. Y ahora nos llevará de vuelta a casa.
Mytravael se acercó a Alaric y puso una mano firme sobre su hombro.
—Este no ser un adiós, amigo. Solo el principio de nuestras historias juntas.
Alaric asintió, agradecido por las palabras de su amigo. Los embajadores y exploradores comenzaron a subir al barco, admirando la estructura y la tecnología del navío con asombro. Una vez todos a bordo, Alaric se despidió de Zulikiga y Mytravael con un abrazo.
—Hasta que nos volvamos a ver —dijo Alaric, mientras las velas del Explorum Nova Tevra comenzaban a desplegarse.
—Hasta entonces —respondió Mytravael, con una sonrisa que dejaba claro que su amistad no terminaría allí.
Zulikiga levantó una mano en señal de despedida mientras el barco comenzaba a alejarse de la costa. La brisa marina soplaba suavemente, llevando consigo la promesa de nuevas aventuras y alianzas en el horizonte.
El viaje de regreso fue más sereno que la travesía inicial hacia el continente dominitiano. Los mares, aunque vastos e imponentes, parecían haber perdido su ferocidad. La tripulación, renovada con el entusiasmo de haber cumplido su misión, se mantuvo ocupada, mientras los embajadores dominitianos exploraban cada rincón del barco, fascinados por su diseño y tecnología.
Días después, en el horizonte, las torres de Oftalmolecusamp comenzaron a hacerse visibles. El regreso al hogar era inminente, y con él, la promesa de un futuro lleno de nuevas oportunidades.