El palacio no solo era hermoso sino majestuoso. Sus blancas paredes con aquellos grabados dorados le daban a Scarlet la sensación de estar en un lugar magico. Si tan solo los nobles que vivían en ese lugar fuesen igual que la edificación. Luis XIV era un gran rey, ella lo sabía, pero los miembros de la corte eran un grupo de haraganes malcriados y cerdos con lujos que hacían una rabieta por cualquier cosa. Ella los odiaba en secreto, pero amaba a Luis, no solo como su rey sino como algo más. Durante la cena, el pequeño contaba con una gran emoción y orgullo el como Scarlet los salvó de morir asesinados por aquellos mercenarios. La imaginación del joven Príncipe agrandaba demasiado los hechos al punto de que parecía que en cualquier momento él iba a agregar dragones en su relato. Por fortuna no lo hizo, quizas porque Scarlet estaba alli, llevando un elegante vestido rojo con una enorme falda blanca mientras aun tenía puesto su enorme sombrero rojo de Mosquetera. Luis XIV era muy permisivo con Scarlet y no era para menos debido a que ella le había salvado el trasero, literalmente hablando, en más de una oportunidad. Sosteniendo una copa de vino, Scarlet rió y bebió un poco mientras oía el relato del joven principe. Una vez que este hubo acabado, ella aplaudió siendo seguido por la Reina y por el mismo Rey, quien se veía muy alegre y consternado a la vez. La cena, despues de eso, siguió con normalidad. Scarlet bebió un poco más de la cuenta, pero nada fuera de lo común y cuando esta finalizó, todos volvieron a sus recamaras.
Era noche cerrada cuando la puerta del cuarto del joven príncipe se abrió, mirandolo con cariño, su madre se acercó a donde el niño dormía y se acercó a darle un beso, tras hacerlo, el pequeño solo movió sus brazos en señal de protesta sin despertarse. La blanca pijama de seda se encontraba cubierta por una roja sabana mientras que su larga cabellera despeinada descansaba sobre una blanca almohada. Alejandose de aquel elegante cuarto de paredes rojizas que ante la palida luz de la luna, que entraba por la ventana junto a una pequeña brisa que movía la blanca cortina, se veían negras. Tras cerrar la puerta con cuidado, se dispuso a continuar camino cuando oyó al Rey preguntarle:
- ¿Tú tampoco podías dormir, verdad?
- Por supuesto que no, hoy lo tuvo cerca, si hubiese fallado el disparo entonces...- le contestó su amada dandose vuelta, mirandolo a los ojos
- Gracias a Dios tú estabas allí- susurró el Rey, rompiendo a llorar
Delante de todos, Luis XIV aparentaba ser un rey de espiritu fuerte e indomable, un monarca astuto que pudo sobrevivir a todas y cada una de las rebeliones en su contra junto a sus intentos de asesinato. Pero la realidad que se ocultaba dentro del castillo y que solo Su esposa y Scarlet conocían era que el Rey era un hombre fragil.
Nadie podía negar su valor, tampoco su inteligencia; pero lo que pocos o casi nadie sabía fuera de la corte era que Luis siempre estuvo en peligro desde que era un niño. Toda su vida fue el estar enfermo o el tener conspiradores queriendo matarlo o envenenarlo. Desde viruela a una dolorosa fistula anal que lo humillaba constantemente, Luis siempre sintió una gran fragilidad emocional y psicologica que lo devastaba internamente. Sin embargo siempre contó con la ayuda de Scarlet, encontrando en su guardiana un soporte emocional junto a un fuerte pilar en el cual sostenerse, pudiendo lograr grandes cosas que de otro modo le hubiese sido imposible lograrlas. Desgraciadamente este último ataque solo había debilitado aun más su resistencia emocional. Acercandose a él, su amada lo abrazó mientras le decía:
- Shhh, ya está todo bien mi rey, mi joven príncipe, todo está bien. Él se encuentra bien y dentro de poco sabremos quien fue el desgraciado que intentó asesinarlo
- Pensé qué...- Observó el Rey, pero su amada negó con la cabeza mientras lo miraba con dulce tranquilidad
- Esos dos desgraciados eran asesinos profesionales, pero no trabajaban solos sino que fueron contratados. Fuese quien fuese su jefe, estoy segura que volverá a intentar asesinarlo... quizas lo mejor sea que tengas cuiado mi rey- esbozando una sonrisa mientras le acariciaba la mejilla, añadió- ahora, por favor, ve a la cama a descansar. Mañana tienes un gran día por delante amor mío
Mirandola en silencio, Luis asintió dandose media vuelta mientras caminaba por el blanco pasillo del palacio de Versalles que a la luz de la luna parecía azul claro. Sintiendo el fresco viento nocturno acariciar su piel, dio vuelta su cabeza y le dijo en voz baja:
- Realmente me duele el que no aceptes ser mi esposa y ser su madre... Scarlet, Me duele de verdad- antes de esperar una respuesta de su amada guardiana, se retiró dejando a Scarlet en silencio, parada en ese hermoso pasillo mientras llevaba un hermoso vestido blanco con decoraciones doradas igual de majestuosas de lo que era ese palacio.