En un lugar oculto de la ciudad, tres hombres estaban vigilando a una pequeña niña.
Uno de ellos vestía una ligera armadura; era alto y corpulento. Claramente, él era el líder de estas tres personas.
—Mi Señor, esta niña no se está portando bien. ¡Déjenos cuidar bien de ella! —Uno de los artistas marciales dijo mientras le daba una bofetada a la cara de la niña con un golpe. La pequeña no se atrevió a luchar más después de ser golpeada. Pero esa mirada obstinada se exhibió en su totalidad.
Esa niña de la que esa persona hablaba era precisamente Yan Ling, que había desaparecido.
Yan Ling estaba atada actualmente en una silla, luchando sin cesar. Miraba furiosamente a las tres personas, llena de resentimiento.
Siendo secuestrada la última vez, ella aún era joven y no sintió nada en absoluto.
Pero la agonía de estos pocos años hizo que su vida fuera peor que un infierno viviente.
Este punto también hizo que Yan Ling fuera mucho más madura en comparación con los de su misma edad.
