—Está bien entonces. Ya que es así, sígueme —dijo Wei Xiao y salió primero de la sala de estudio.
Al salir de la puerta, los ojos de Ye Yuan de repente se iluminaron. Era como si hubiera llegado a un paraíso de otro mundo.
Un pequeño puente sobre un arroyo que fluía; pabellones, terrazas y torres. Incluso había un bosque de flores de melocotón en plena floración justo al lado.
La impresionante escenografía daba a la gente una sensación completamente relajada y refrescante.
Ye Yuan no pudo evitar suspirar con admiración. Lu Linfeng ya tenía tal fuerza antes de su ascensión. No es de extrañar que pudiera afirmar su Dao como el Rey Divino Gran Yan.
Había un espacio abierto no muy lejos de la puerta. Tres tomos de libro de piedra estaban colocados en ese espacio abierto.
—¿Estos son los Tres Volúmenes de Formaciones de Array? —preguntó Ye Yuan con incertidumbre.
Wei Xiao asintió y dijo:
—Así es. Inserta tu sentido divino en uno de los volúmenes, y lo comprenderás naturalmente.