Dentro del vacío, dos figuras asombrosamente hermosas estaban allí paradas. Eran precisamente Li-er y Yan-er, ama y sirvienta.
—Señorita, no pudiste resistirte a intervenir al final —dijo Yan-er con una sonrisa a medias.
—Después de todo, era un artista marcial del Reino de Transformación Marina. O tal vez hice algo innecesario —respondió Li-er con frialdad.
—¿Qué? ¿Quieres decir que... en ese tipo de situación, el Señor Ye todavía tiene margen para resistir? ¿Cómo es eso posible? —dijo Yan-er sorprendida.
—Cuando intervine antes, claramente sentí la respiración del Señor Ye fluctuar. Aunque solo fue un instante, siento que el Señor Ye pareció haber detectado que yo intervenía, por eso no reaccionó en absoluto.
Los bonitos ojos de Yan-er se estrecharon ligeramente. Ella claramente también sentía que era relativamente improbable.