Yang Hao se sentó en el asiento de honor de manera elevada.
En sus ojos, estas personas del mundo secular no eran más que un montón de hormigas.
Mientras su mirada recorría los rostros de aquellos nobles, se veían nerviosismo, pérdida o excitación, todas las facetas de la humanidad, y demás. Le hacía sentir como si estuviera supervisando toda la vida.
Finalmente, su mirada se desvió hacia Ye Yuan, que estaba enfrente de él, y su rostro se congeló involuntariamente.
El ánimo que acababa de mejorar un poco desapareció instantáneamente con un suspiro.
—¡Este sujeto era realmente odioso! Sin embargo, probablemente hoy tampoco sobreviviría de todos modos. —pensó.
Pensando hasta aquí, Yang Hao no pudo evitar sentirse secretamente complacido.
Un discípulo principal que aún no había entrado en la secta fue asesinado en un conflicto del mundo secular. Con la adición de su maestro y el Anciano Ouyang encubriendo en el medio, el resultado simplemente quedaría inconcluso.
