Dentro del mar de la conciencia de Ye Yuan, dos siluetas tenues estaban de pie frente a frente.
Ye Yuan miraba a esta figura amable pero grande y alta mientras lloraba amargamente.
—¡Soy tan estúpido! ¡Soy tan estúpido! ¡Soy tan estúpido! ¡Debería haber pensado en esto hace tiempo! En este vasto mundo, ¿quién haría todo esto por mí excepto tú?
Las lágrimas de Ye Yuan cubrían su rostro mientras sus emociones casi se desmoronaban.
Desde su nacimiento, Ye Yuan siempre había sido tranquilo y compuesto. Nunca había perdido el control de sus emociones de esta manera.
Siempre había enterrado el odio en el fondo de su corazón y concentraba toda su energía en la cultivación. Solo esperaba poder regresar algún día al Reino Divino y matar a ese traidor.
Pero esta vez, frente a esta persona, ya no pudo mantener la compostura.
Este era el padre que lo crió, le enseñó alquimia y le enseñó a cultivar: ¡el Emperador de la Alquimia más poderoso en el Reino Divino, Ji Zhengyang!