El sonido del viento era lo único que se oía en ese desierto. Grande, extenso e imponente, aquel paramo de color anaranjado era el único paisaje que predominaba hasta donde se perdía la vista. El calor abrasador junto con la molesta sequedad era la norma de esa tierra baldía y aquellos que osaban ir por allí debían de saber que lo único que podía aguardarles era la muerte. Los Escorpiones junto a las viboras y los Buitres eran los señores de aquella tierra arida cuya arena era movida por el viento, ocultando los craneos de animales y humanos que habían osado desafiar ese yermo.
Sin embargo en mitad de toda esa muerte, había una vida cuya armadura roja brillaba como si de una llama se tratara y que se movía con esfuerzo por el interminable desierto en busqueda de algo que no era agua, tampoco comida sino un lugar en especial: la Ciudad de Jerusalem.
El viento movía su larga cabellera negra y la obligaba a veces a entrecerrar sus ojos verdes que resplandecían como si fuese una Esmeralda. De enorme tamaño, aquella valiente guerrera era una de las descendientes directas del gran Atila, Señor de los Hunos. Poseedora de un temple admirable y cuya prescencia imponía respeto, aquella valiente mujer poseía el titulo de Doncella Caballero, siendo su roja armadura la prueba que validaba su titulo. De comportamiento calmo, aquella mujer que respondía bajo el nombre de Red solía ser muy callada y rara vez hablaba, pero cuando lo hacía entonces una dura pero agradable voz salía diciendo palabras tan bellas como también poeticas que enaltecían su figura y a la vez resaltaban su inteligencia, pues no existía en todo el reino una mujer tan culta como a la vez tan astuta como lo era ella.
Sin embargo, a pesar de su valor y de su inteligencia junto a su fuerza, Red no poseía un objetivo claro en su vida. Su padre le había enseñado todo lo que sabía antes de que muriera por una enfermedad haría varios años atras. Desde la forja hasta el uso de la espada, pasando por la montura y finalizando con el manejo del arco junto con la flecha, Red era una soldado casi perfecta que llevaba pocas batallas en su haber desde que emprendió su camino en Europa hasta llegar a ese desierto en Medio Oriente.
Los motivos de que forjara aquella armadura roja junto a esa enorme espada no eran por el deseo de aventura que muchos guerreros tenían en ese momento sino por una causa más grande y, por ende, más noble: ella quería liberar Tierra Santa de las fuerzas del mal. Sin embargo mientras que otros Cruzados iban allí con intenciones de hacerse ricos o de matar a los Moros, Red iba con intenciones de proteger a los inocentes. A ella no le importaba si los inocentes portaban la señal de la cruz o si llevaban la señal de la media luna, lo que a Red le importaba era que fueran buenos y nobles. Aquellos que dañaran a otros solo por sus conveniencias eran sus enemigos, fuesen musulmanes, cristianos, judios u otro tipo de seres como los Vampiros, D'Jinns del desierto entre otras especies monstruosas. La espada de Red no distinguia credos de ningún tipo, solo acciones nobles de acciones ruines, siendo respetada por ambas partes en esa interminable Cruzada.
Viendo un Reino a la distancia, Red supo que había llegado a la ciudad sagrada de Belém, la cuna de Jesus y en donde tendría lugar su proxima aventura. Sonriendo, Red continuó camino mientras se dirigia hacia su destino.