Veo a Sofía abrazar a Marcela y me toma la mano para ir a dormir, al entrar la noto tensa, la abrazo por detrás y da un brinco.
-Me asustaste- me dice en un susurro.
-No tienes porque asustarte- le digo y acaricio sus brazos- ven, vamos a dormir.
-Ok- dice entrando a la cama y poniendo una estúpida almohada, la última ves no me pude controlar y la quité para abrazarla cosa que ella no sabe. Ella se voltea para poder verme, yo quito la almohada que nos separa y ella me mira sorprendida, yo sonrío y me acerco a ella, ella se aleja y antes de que se aleje más la tomo de la muñeca y la jaló hacia mi pecho donde queda atrapada entre mis brazos- suéltame Tiago.
-No- le digo sonriendo y ella me mira boquiabierta.
-¿Cómo que no?- pregunta entre dientes.
-Si, ya dije que no- le digo y entierro mi cara en su cuello- me encanta cómo hueles.
-Tiago…- dice ella en un susurro y yo la miro a los ojos.
-¿Qué?- le pregunto y le beso la nariz, ella está sonrojada.
-No puedes hacer eso- me dice tratando de sonar seria.
-¿Por qué no?- pregunto frunciendo el ceño- eres mi prometida y pronto serás mi esposa gatita.
-Aún no lo soy- dice pero se que lo dice porque no sabe que decir.
-Mejor duerme- le digo y ella está tensa pero poco a poco se relaja entre mis brazos y se queda dormida, yo no tardo mucho en seguirle el paso.
Días después
-Tranquilízate- le digo a mi madre.
-¿Cómo quieres que me tranquilice? Faltan 5 días para la boda y aun nos falta mucho por hacer- dice ella y yo ruedo los ojos.
-Sofía y yo que somos los novios y no estamos tan estresados como tú- le digo y miro a Sofía que está hablando por teléfono al igual que Marcela.
-Tú no entiendes- dice mi madre- no se para que me molesto en hablar contigo- dice y yo pongo los ojos en blanco, me acerco a Sofía y la abrazo por detrás y escucho a una mujer hablar de los preparativos.
-Ok, muchas gracias- dice Sofía y cuelga, se da la vuelta y me mira- perdón por el desorden- dice y pone su cabeza en mi pecho, miro al rededor y es que la sala de mi casa es un desastre. Estos últimos días logré que Sofía me tenga más confianza, ya no se tensa cuando la abrazo y dormir con ella es grandioso.
-No te preocupes- le digo y acerco mi boca a su oído donde muerdo el lóbulo de su oreja- en 5 días serás mi esposa.
-Si, en 5 días seré la señora Navarro- dice ella siguiéndome el juego.
-Ya no podrás negarme nada- le digo y sonrío coqueto.
-¿De que hablas?- me pregunta confundida, hay veces en las que mi gatita peca de inocente.
-De nuestras noche de bodas- le digo, su cara se sonroja y la entierra en mi pecho.
-Tiago- me dice en modo de reproche.
-No sabes las ansias que tengo de que llegue- le digo y ella golpea mi pecho.
-Te van a escuchar- dice y yo rio.
-¿Qué tiene de malo?- le pregunto y levanta la cabeza para mirarme y en eso escuchamos a mi madre chillar, la miramos y ella viene corriendo.
-Dios, mira esto- dice ella toda emocionada, con un traje de bebé en las manos- no es por presionar pero, ¿ya hablaron sobre darme un nieto?
-Yo…- Sofía me mira confundida y su cara parece una manzana.
-No mamá, aún no- le digo y ella suspira.
-¿Y a qué esperas?- me pregunta.
-Apenas nos vamos a casar- le digo y ella resopla.
-En todo me llevas la contraria- dice ella y yo solo sacudo la cabeza de un lado a otro- ¿tú quieres tener bebés con Tiago?- le pregunta a Sofía. Esa es una muy buena pregunta.
-Por supuesto que si, pero más adelante- dice Sofía, me mira y yo sonrío. No se porque mierda me alegra que diga que quiere tener hijos conmigo.
-Sin prisas- digo y la beso en los labios- mientras practicaremos mucho- digo después y veo a mamá reír, a Sofía toda roja y esta última me da un golpe en el brazo.
-¡Tiago!- exclama avergonzada, yo rio y la beso de nuevo.
-Voy a la oficina, recuerda lo que me prometiste- le digo y es que me prometió hacerme un nuevo postre, según ella hará galletas y yo muero por probarlas.
-No te haré nada- dice ella cruzándose de brazos/
-¿Por qué no?- le pregunto y hago un puchero.
-No te haré nada por atrevido- me dice ella y se da la vuelta, yo me pego a su espalda y beso su cuello.
-¿Me perdonas?- le pregunto bajito.
-No- dice ella.
-Hay que mala eres- le digo y sigo besando su cuello y su clavícula- por favor.
-No- vuelve a decir firme, le doy la vuelta y la miro pensativo.
-Di que si o si no….- ella me interrumpe.
-¿O si lo que?- pregunta.
-Yo me pondré triste y no iré a la oficina hasta que digas que si- le digo bajito ya que estos días también nos enfrentamos y no la quiero ver enojada, se ve tierna pero cuando se enoja de verdad no hay quien la detenga, la última ves dormí en el cuarto de invitados ya que se negó a dejarme entrar a mi habitación.
-Esta bien pero ya vete- dice, yo sonrío y vuelvo a besar sus labios, me encanta besarlos, son tan suaves y dulces.
-Gracias, me encantan tus labios- le digo y ella abre mucho los ojos.
-Ya vete- me dice y yo sonrío, le doy un beso a mi madre y me voy.
-¿Qué sucede Patric?- le pregunto estando ya en la oficina ya que desde que estamos en el auto lo veo inquieto.
-Señor, tengo que decirle algo- dice.
-Dime- pido sin mirarlo ya que tengo unos documentos en las manos.
-La señorita Laura volvió al país- dice el y mi cuerpo se tensa.