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Punto de vista de James
Los días transcurrían en tranquilos momentos compartidos entre Aimee y yo. Ella tomaba mi mano y susurraba palabras de fortaleza cuando dudaba de mí mismo, y su mirada firme me mantenía anclado, incluso cuando los susurros del pasado comenzaban a circular de nuevo. Finalmente me estaba asentando, comenzando a esperar que el pueblo pudiera aceptarme de nuevo en su seno, especialmente con Aimee a mi lado. Pero entonces llegó esa noche, donde todo cambió y las sombras de mi pasado amenazaron con separarnos.
Al caer el crepúsculo, Aimee y yo caminábamos junto al arroyo, su risa resonaba mientras le contaba historias de mi infancia. Pero un escalofrío repentino se coló en el aire, y su risa se desvaneció. Ella inclinó la cabeza, alerta.
—¿Sentiste eso? —preguntó, escudriñando los árboles que nos rodeaban.
Asentí, sintiendo una presencia familiar e inquietante en el aire. Los pelos de la nuca se me erizaron.