Punto de vista de Aimee
El bosque estaba en silencio, un silencio demasiado profundo para mi gusto. Mientras caminaba entre los árboles densos, el crujido de las hojas bajo mis botas era el único sonido que resonaba en el espacio. La luna estaba alta en el cielo, proyectando un brillo plateado sobre todo, pero ni eso podía calmar la tormenta que se gestaba dentro de mí. Sabía lo que me esperaba cuando llegara a la casa de la manada. James.
Mi corazón latía fuertemente al pensar en él. Mucho había cambiado, pero todo se sentía igual. Habíamos pasado por un infierno, y ahora que volvía a entrar en la guarida del león, no podía evitar pensar en el sueño que tuve anoche.
Mi madre se me había aparecido. Su presencia, como un susurro fantasmal, fue más vívida de lo que jamás pude haber imaginado. No la había visto desde que falleció, y sin embargo, allí estaba, de pie frente a mí como si nunca se hubiera ido.