El peso del viaje que tenía por delante pesaba intensamente sobre mis hombros mientras me encontraba al borde del pueblo, mirando hacia la lejanía. El cielo de arriba estaba pintado con matices de rosa y naranja, los últimos resquicios de luz diurna se aferraban al horizonte antes de que la noche cayera por completo. Pero la belleza de la escena no tenía efecto en mí. Mi mente estaba consumida con pensamientos de lo que estaba por venir —del desafío al que me enfrentaría.
El viaje de las estrellas. Un ritual, una prueba, un desafío —lo que sea que quisieran llamarlo, sabía que no sería fácil. Apenas había logrado superar los últimos días, y ahora me decían que las respuestas a la enfermedad de Aimee solo se podrían encontrar si completaba esta misteriosa prueba.