—¡Es él! Lo dije. Esos ojos rojos brutales... Lo sentí el primer día que lo vi. Dije que había algo raro en él, ¡pero nadie me escuchó! —Dante apretó los dientes.
—¡Oh, mierda! ¿Él lo sabe? —Elías murmuró al darse cuenta de que Dante se había dado cuenta.
—¿Espía? ¿Qué estás diciendo, Dante? —Elijah preguntó, aún acobardado a un lado.
—Este es el maldito pícaro que nos atacó en el bosque ese día cuando estábamos tratando con Aurora. Él fue quien me rompió la pierna —Dante respondió y luego fue hacia Elías y lo agarró por el cuello, estrangulándolo.
—¿Cómo escapaste de nuestra celda? ¿Tal vez tienes un cómplice trabajando contigo? Eres de una manada rival y te pidieron que vinieras a espiar la seguridad de nuestra manada, para que tu gente sepa cuándo atacar, ¿verdad? —Dante gritó y usó su mano libre para lanzar puñetazos a Elías.