—¿Ella acaba de sonreírle a su hermano? ¿Realmente esos dos no son de confianza como dijo Mamá? ¿O soy yo quien lo está malinterpretando? —Aurora no pudo tragar el trozo de carne en su boca.
—¿Qué ocurre? ¿No es de tu agrado? —preguntó Lily.
—Eh, no, eso... —protestó Aurora.
—¿O tienes miedo de que te hagamos daño? —soltó Lily.
—Eh, no realmente. Solo... quiero decir, ¡vi cómo sonreías y mi mente comenzó a darme ideas locas! Lo siento, ¡no tenemos una buena impresión de los pícaros! Perdimos a nuestro padre y nuestro hogar, por culpa de un pícaro —dijo Aurora, aún sin tragar la carne.
—No te disculpes, entiendo. Si estuviera en tu lugar, también sería muy escéptica. No culpo a tu madre por serlo. Es un escepticismo saludable. Bueno, le sonreí a mi hermano sabiamente porque apostamos que ustedes volverían e incluso comerían con nosotros. Él apostó en contra, por lo severa que se veía tu madre —explicó Lily.