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—¡No me digas que has estado de mal humor todo el día solo por la ausencia de Elías, chica! —dijo Katie, y sus ojos se abrieron de par en par.
—Espera, ¿hay algo que no me estás diciendo? ¿Desde cuándo están tan cercanos como para que sientas tanto su ausencia? —inquirió con total incredulidad.
—No, no es así. No es que sienta su ausencia o que estemos tan cercanos, solo observé que no vino a la escuela ayer y su período también pasó esta mañana sin que apareciera. Desde que empezó como suplente, no ha faltado a una clase. ¿No es eso motivo suficiente para preocuparnos por su ausencia? —señaló Aurora.
—Bueno, yo no me di cuenta y tampoco estoy preocupada. No quiero ni notar su ausencia y dudo que algún estudiante lo haga. ¿Acaso no estamos divirtiéndonos ahora que es hora libre? Mira a todos los estudiantes alrededor, ¿parecen que extrañan a un profesor? Y aparte de eso, ¿has olvidado cómo nos ignoró cuando estabas sufriendo el otro día? —Katie le recordó, con actitud.