—Primera pregunta, ¿quién es la chica en cuestión? —preguntó Theo a su confuso amigo, quien estaba ocupado contemplando si cambiar de opinión o no.
—Si es una chica de esa escuela, entonces es tu compañera, ¿verdad? Presiento que es alguien realmente importante para ti ya que tú no eres de los que se interesan tan rápido en alguien. Quiero decir, apenas empezaste a trabajar allí la semana pasada y ya has conocido a una chica que necesita ayuda —añadió Theo, pensativo.
—No te preocupes más... Ni siquiera creo que esté haciendo lo correcto —afirmó Elías con un resoplido.
—Oh, ¿prefieres no decirme la identidad de la persona? Está bien... No usemos eso para detenerte de ayudar cuando realmente quieres ser de ayuda —mantuvo Theo.
—Notaste algunas cosas que te llevaron a concluir que la están acosando, ¿verdad? —le preguntó, entrando en modo de investigación. Elías asintió.
—Bien. La verdad es que no puedes hacer mucho para ayudarla a menos que ella esté dispuesta a aceptar la ayuda. Primero, necesitas hacer que se abra contigo y te confiese que realmente la están acosando y necesita ayuda, para que no te desvíes en tu camino y cometas un grave error que pueda arruinar tu reputación mientras intentas ayudarla a ciegas —aconsejó Theo.
—¡Sí, claro! —estuvo de acuerdo.
—Entonces, vas a tener que hablar con ella y hacer que se abra a ti y acepte tu ayuda. Esa es la primera forma de proceder —afirmó Theo.
—Vale, entiendo tu punto. ¡Gracias, amigo! —apreció.
—De nada, hermano. Sí, hablando de acoso escolar, tenemos un caso aquí en nuestra manada. Un grupo de chicos ha sido denunciado por acosar. Al parecer, se han convertido en una pandilla notoria que encuentra alegría en intimidar a sus compañeros de clase que perciben como débiles, en la escuela —informó Theo al Alfa.
—Quiero que sean investigados lo antes posible. No me importa su edad ni el rango de sus padres, amontónalos y tíralos en la celda de detención mientras se lleva a cabo la investigación. Deben ser aislados ya que han decidido convertirse en una amenaza para los demás —bramó Elías, furiosamente. La palabra acosador realmente estaba irritando sus nervios hoy.
—Estoy totalmente de acuerdo, Alfa. Vamos a ejecutar tu orden. Además... —Y con eso, los dos hombres comenzaron una seria discusión sobre los asuntos de la manada.
~
Mientras tanto, en la otra manada, Aurora y Katie volvían de la escuela y conversaban.
—Elías es una gran persona. Es tan genial. Digo, considerando que él y la bruja están juntos, y aún así fue imparcial, es realmente genial. Te defendió contra la bruja, y están juntos. No me lo esperaba —señaló Katie.
—¿La bruja? Veo que has conseguido un nuevo apodo para Tina otra vez. Parece que tienes uno para ella cada mes. Pero este nuevo le queda mejor —afirmó Aurora, riendo.
—¡Lo sé, ¿verdad?! Es perfecto para ella —concordó Katie, riendo.
—Sí, tampoco me esperaba esa reacción de Elías, me sorprendió. Definitivamente es una persona imparcial. Pero ellos juntos, no quiero creerlo. Quiero creer que Elías es más inteligente que eso. No se merece esa tontería —dijo Aurora.
—¡Estoy totalmente de acuerdo! Nuestro querido Elías se merece solo lo mejor y nuestra bruja no es más que una tontería con la que estar. Una tontería hermosa, ¡eso sí! —afirmó Katie, riendo.
—¡No me digas que has conseguido un nuevo apodo para ella, otra vez! —dijo Aurora, burlona y soltó una risita.
—Tal vez —rió Katie.
Mientras conversaban y reían sin darse cuenta de su entorno, directamente enfrente de las dos chicas estaban Dante y sus amigos que habían venido a visitarlo después de las horas escolares.
—¡Lo siento tanto que estés en esta condición, te estás perdiendo de muchas cosas. ¡Toda la escuela extraña tu presencia, amigo! —decía Elías antes de escuchar las risitas de las chicas.
—¡Y aquí viene la mala suerte que te puso en esta condición! —dijo Simón, refiriéndose a Aurora.
—Y ahí está ella, viviendo bien y riendo como si no tuviera ningún problema en el mundo —agregó Elías.
Dante gruñó.
—¡El poderoso Dante! —aclamó Elías—. ¡El poderoso Dante en esta clase de condición indefensa, por culpa de esa alienígena de aspecto desagradable! —exclamó Elías.
—Ella necesita ser castigada. No podemos seguir mirándola así. Necesita saber quién manda en esta manada, y ese es Dante, ¡solo Dante! —afirmó Simón.
Dante gruñó, otra vez. Meramente ver su cara le hacía hervir la sangre y sus amigos no estaban ayudando en la situación.
—¡Hola, Dante! Espero que te estés recuperando, ahora. Por favor, que estés bien, ¿vale? —gritó Aurora desde el otro lado, cuando los vio a él y a sus amigos de pie en un lugar.
—Ni siquiera deberías estar deseándole a ese chico una pronta recuperación, considerando lo que te ha hecho —susurró Katie a su amiga.
—¡Esta chica debe estar bromeando conmigo! —siseó Dante, apretando los puños.
—¡Te está tomando el pelo, Dante! ¡Se atreve a preguntar si te estás mejorando o no? No, definitivamente te está tomando el pelo! —mantuvo Elías.
—¡Eso es! Ese es el colmo. Debe conocer su lugar, y ese lugar es el más bajo que se pueda pensar —dijo Simón.
—Si las miradas mataran, estoy seguro de que ya estarían seis pies bajo tierra. Esos chicos literalmente te están lanzando dagas con los ojos, chica —informó Katie a su amiga.
—Salgamos de aquí, lo más rápido posible —añadió, tomando la mano de Aurora y tirando de ella.
—Solo le deseé una pronta recuperación para que entienda que no guardo ningún rencor contra él desde que ha sufrido las consecuencias de su imprudente y extravagante odio hacia mí —mantuvo Aurora, mientras dejaba que su amiga la arrastrara lejos de la escena.
—¡Aurora! ¡Me has causado nada más que un dolor insoportable! Esta misma tú me quitaste a una persona muy importante en mi vida. Has sido una mala suerte para mi vida y aún así me das más razones para no perdonarte. Esto no terminará hasta que uno de nosotros desaparezca de este territorio, y esa serás tú —juró Dante.