```
Un guardia lo había empujado al calabozo con brusquedad, pero eso no le importaba, ya que todo lo que podía pensar era en su familia.
—Luis —llamó al guardia que había quedado con él y este se acercó a la ventana de su celda—. Luis, por favor, necesito saber de mi familia.
—No tengo voz en eso, Mateo. Por favor, espera noticias del Alfa —y lo dejó sin decir una palabra más.
Frustrado, golpeó la pared de la celda. Fue entonces cuando el alfa Esteban entró.
—Traidor —le gritó a Mateo en cuanto entró—. Después de toda mi confianza en ti, aún traicionaste a la Manada en la que creciste. ¿Cómo pudiste? —siguió gritándole.
—Guardias —gritó y dos guardias entraron.
—Alfa —corearon mientras se paraban frente a él.
—Asegúrense de que nadie venga a verlo aparte de mí —bufó mientras salía de la celda subterránea. En la puerta, se giró y le hizo una señal a Luis antes de volver a marcharse.