Ágatha se volvió hacia Elijah a su lado y le sonrió tristemente. —Quiero estar sola.
—Pero... —Ágatha puso sus dedos en su boca y negó con la cabeza.
—Estaré bien, Elijah. Lo prometo.
Elijah no estaba convencido de dejarla completamente sola, pero sabía que Ágatha podía ser terca si así lo deseaba. Suspiró en señal de derrota.
—Prométeme una cosa entonces.
Su sonrisa se ensanchó mientras asentía con la cabeza, —Prométeme que no estarás sola durante mucho tiempo.
—Elijah...
—Prométeme. Realmente no necesitas estar sola, porque tu mente seguirá llenándose de varios pensamientos y quizás no te haga bien. Solo te dejaré si me prometes eso. Y además, no debes salir de esta habitación. Si quieres hacerlo, debes llamarme para que te acompañe.
Ágatha observó al hombre frente a ella que intentaba mantener su posición por ella y sonrió plenamente, asintiendo en señal de acuerdo.