—Hace un poco de viento hoy, ¿verdad? Es bueno que nos hayamos levantado para lavar nuestra ropa ahora. Noté algunas camisas en tu habitación. ¿Las conseguiste en el mercado? —preguntó Janice, incapaz de olvidar las camisas de un hombre en la habitación de Rosa.
Ella no quería entrometerse pero era difícil ignorar lo que había visto. Los guardias no le hablaban a ella ni a Rosa, así que no deberían haberle dado sus camisas a Rosa aunque ella fuera la criada.
—Fueron un regalo ya que no tenía un vestido para dormir. Son de demasiada buena calidad como para que yo simplemente las use —respondió Rosa—. Aún pienso en devolverle las camisas a Zayne ya que no he usado ninguna de ellas.
Rosa solo había probado una para ver la diferencia de tamaño entre ella y Zayne.