—Agua —murmuró Krystle, intentando recordar la lista que le habían dado—. Galletas y el libro.
Krystle recogió la bandeja con las cosas que había preparado para Rosa y se dirigió a la habitación de Rosa.
La finca estaba más revuelta de lo habitual desde la llegada del primogénito y pronto la familia de Rosa llegaría al pueblo. Había mucho por hacer y dado que a Rosa se le había ordenado reposo en cama hasta que se recuperara, todos los demás tenían que hacer su parte en la preparación para la llegada de los Ambroses, así Rosa no tendría que preocuparse.
—¿Debería haber traído algo para él? —se preguntaba Krystle, pensando en Zayne.
Con Rosa necesitando descansar, Zayne era el que se ocupaba tanto de Rosa como del bebé. El último día que Zayne había salido de la finca fue el día antes de que Rosa hablara de dolor y luego se llamó a los doctores.