—Deberías sonreír. Solo es una fiesta a la que asistiremos por unas horas. Deseo marcharme tan pronto como tú lo hagas, pero solo después de que hayamos compartido uno o dos bailes. No hemos bailado desde nuestra boda y lo extraño —dijo Rosa.
Aunque quería que Zayne sonriera, a Rosa le gustaba su lado gruñón.
—No necesitabas decir que sí si ibas a estar así. Podríamos habernos quedado en casa o yo habría ido a la fiesta con tu madre. He estado viendo a mis amigos pero ambos necesitábamos salir de la finca para cambiar de escenario. Espero que esta noche no tenga demasiado drama —dijo Rosa y luego dirigió su atención hacia la ventana.
No había viajado a esta parte del pueblo antes.
—Pensé que ibas a ser positivo y decir que iría bien. Sorprendentemente, no lo eres —dijo Zayne, curioso por lo que estaba pasando por su cabeza.
Rosa sonrió.