—Rosa quería algo para lanzar sobre Zayne y ocultarlo de las miradas curiosas de las mujeres detrás de ella. Que las tres estuvieran casadas no las detenía de mirar a Zayne y, aunque Rosa no podía culparlas, no quería que se quedaran mirando a su esposo.
—Rosa ya tenía que compartir esta vista con los soldados de Zayne cuando entrenaban. No estaba lista para compartirla también con otras mujeres que pudieran tener pensamientos indecentes acerca de Zayne.
—Rosa casi tropieza mientras se dirige hacia donde Zayne, ajeno con su espada o quizás sabía lo que hacía, por eso venía aquí, a este sitio de todos los lugares. La finca no carecía de sitios para que Zayne entrenara.
—¡Zayne! —Rosa lo llamó para captar su atención—. ¿Por qué haces esto aquí?