Rosa se sentó abrazando sus piernas, que subió hasta el pecho mientras su espalda descansaba en el pecho de Zayne.
—¿No es incómodo para ti sentarte así? Hay suficiente espacio para que estires las piernas, ¿o es que eres tímida? —preguntó Zayne, sabiendo que su audacia anterior desaparecería en algún momento.
Rosa negó con la cabeza y soltó sus piernas para que quedaran planas como las de Zayne. —¿Todos regresaron a salvo? ¿No perdiste a nadie en el clima?
—No. Hemos enfrentado este tipo de clima antes y me aseguré de que cualquiera que anduviera por ahí tuviera una cuerda atada para poder jalarlos de vuelta a la seguridad. Todos estamos en casa y ya hicimos lo que nos enviaron a hacer, así que no necesitamos volver. Al menos, yo no necesito —respondió Zayne.
Zayne se entretenía jugando con el cabello de Rosa. —¿Por qué mi madre está en el palacio en lugar de aquí?