Zayne observaba cómo Rosa se movía inquieta pero no se despertaba. Le encantaría saber si ella pensaba que su voz la perseguía —Rosa —la llamó de nuevo y esta vez ella abrió los ojos.
Al principio, Rosa parecía asustada, como si no pudiera creer lo que estaba viendo, pero luego extendió la mano hacia él, teniendo que ser atrapada por Zayne para no caer al suelo.
Rosa tocó la cara de Zayne. Se sentía real, pero podría ser uno de los sueños que tenía sobre su regreso a casa —¿Es esto real?
—He llegado a casa —repitió Zayne—. Perdóname por tardar más de lo que te dije que volvería.
Rosa abrazó a Zayne, finalmente convencida de que esto no era un truco de la mente. Su ropa estaba fría y húmeda, pero a Rosa no le importaba —Me asustaste. Por favor, no hagas eso otra vez. Pensé que te había perdido.
Zayne abrazó a Rosa, olvidándose de su ropa mojada —No te traería aquí para luego dejarte, Rosa. Nos desviamos por el clima, pero volvimos al rumbo cuando se calmó.