PUNTO DE VISTA DE VALENCIA
—¿Por qué no dices nada? ¿Dónde demonios está Alina? —Elevé mi voz a Carl antes de mirar alrededor.
—Está bien, Valencia, pero... —Carl hizo una pausa mientras me miraba con una cara preocupada, dificultándome creer lo que decía.
—¡Alina! —Grité, y en cuanto la llamé, la chica apareció en mi habitación, con las fosas nasales dilatadas mientras me miraba.
Miré sus manos y cuerpo expuestos a distancia para ver si se había lastimado por mi culpa. Sin embargo, no había ni un rasguño en su cuerpo.
Eso significaba...
Miré mis manos y vi los largos arañazos que había hecho con mi propia daga. Mis pupilas se dilataron.
El dolor finalmente se registró en mi mente y miré a Alina.
Ahora sé por qué salió de la habitación y tenía la nariz así de dilatada. Mi sangre la hacía sentir incómoda y probablemente no quería herirme.
Miré las mordidas en mis manos antes de recostarme, cubriéndome la cara con la mano derecha que aún sostenía la daga.