Perdón por no subir tan seguidoensra semana.
Estuve con dolores de espalda. Nosé si por dormir mal o por hacer ejercicio sin calentar.
Bueno no importa.
Aquí les dejo si capítulo ya saben si les gusta el capítulo por favor dejen sus piedras de poder que siempre ayudan.
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Luego de conocer a Wanda, Stephen y su familia fueron a la isla Flamel.
Perenelle pidió permiso para que los chicos tuvieran una semana de vacaciones, ya que quería que se acomodaran a Wanda y la acompañaran. Después de todo, había perdido a su abuela, quien la había criado.
Obviamente, nadie impidió el permiso, ya que Perenelle iba a hacer oídos sordos de todas formas.
Unos días después de que Wanda se instalara en la casa, por algún motivo, se encariñó mucho con Harry y Perenelle. Así que ahora había dos "patos" siguiendo a mamá gansa.
—Niños de mami —dijo Stephen, observando a Wanda y Harry detrás de Perenelle mientras ella arreglaba el jardín.
Por cierto, el jardín fue destruido en una de las peleas de Wanda con Stephen.
—¿Celoso? —dijo Wanda, abrazando a Perenelle y mirando a Stephen con superioridad.
—¿Quieres pelear, zanahoria? —dijo Stephen enojado, lanzando la regadera a un lado.
—¡Basta! Todavía no han reparado el desastre que hicieron —dijo Perenelle, molesta.
Stephen se tragó su ira mientras veía a Wanda sacarle la lengua.
—Infantil —dijo Stephen, mientras agarraba una pelota y empezaba a cantar. Perenelle les había prohibido usar magia para reparar todo.
Stephen todavía estaba un poco resentido porque quería jugar videojuegos, pero tuvo que quedarse en la isla para acompañar a la chica que los había matado en su vida anterior.
Por cierto, Stephen explicó esto, al igual que Wanda, a la familia Flamel, quienes, al parecer, compadecieron aún más a Wanda.
A Wanda le sorprendió que Stephen lo contara todo, ya que ella nunca se lo había dicho a su abuela.
La respuesta de Stephen fue simple:
—Mi vida es más fácil si no tengo que inventar excusas todo el tiempo de dónde saqué la tecnología y la magia inexistente. Y, sobre todo, es difícil engañar a dos de los magos más grandes de todos los tiempos.
Wanda aceptó esa explicación.
Luego de un día de sudar bajo el sol arreglando las plantas de su abuela, al fin pudieron terminar.
—Está bien, pueden descansar lo que queda del día. Mañana deben volver a la escuela. Vayan a limpiarse —dijo Perenelle, sonriendo mientras miraba a su gran familia.
Los Flamel, por culpa de la poción de la vida, no pudieron tener descendencia, algo que Perenelle siempre había deseado. Ahora, como si fuera una bendición, tenía tres nietos.
Wanda había aceptado fácilmente ser adoptada por los Flamel, ya que era un deseo de su abuela y, además, podría molestar a Stephen siendo su hermana legal.
—Bien, Harry, vamos a jugar con los hipogrifos primero —dijo Wanda.
Harry se emocionó y asintió, ya que le gustaban esos animales que Stephen había rescatado hace unos meses y que no querían alejarse de la isla, por lo que se convirtieron en residentes.
—Claro, me pregunto si podremos montarlos de nuevo —dijo Harry, caminando junto a Wanda.
Stephen miró al dúo que se marchaba y habló:
—¿A dónde vas, Harry? Dijiste que me ayudarías a probar el nuevo juego que creó la empresa.
Harry recordó y estaba por hablar, pero Wanda lo interrumpió.
—Cállate, friki. Harry vendrá conmigo a jugar con los animales —dijo Wanda rápidamente.
—Harry hizo una promesa entre hombres, y como hombre debe cumplirla —respondió Stephen con enojo.
—¿Hombre? Ja. Dime eso cuando traigas una novia a la abuela. Pobrecita, estoy empezando a pensar que te gustan los hombres —dijo Wanda burlonamente, dejando atónito a Stephen por un segundo.
—¿Qué dijiste, bruja con complejo familiar? —dijo Stephen, furioso, mientras se preparaba para atacar.
—Deberías cuidar bien tu cabello... calvo —dijo Wanda, burlándose de cuando Stephen se unió a Kamar-Taj y se cortó el pelo, pensando que así lo hacían los monjes, para luego darse cuenta de que no era necesario.
Esa burla fue la que comenzó la pelea anterior que destruyó el jardín de Perenelle.
—¡Maldita bastarda! —gritó Stephen, lanzándose hacia ella con hechizos inofensivos como dejarla calva o hacer que sus dientes crecieran gigantes.
—Somos hermanos, tú también eres un bastardo —respondió Wanda, mientras levitaba y empezaba a lanzar bolas de lodo con hechizos de levitación.
Mientras tanto, Harry, que lo veía todo, se lamentó:
—Vamos a tener que reparar todo otra vez —dijo, y fue en busca de las herramientas que recién habían guardado.
Obviamente, Perenelle escuchó el alboroto y envió a Misty para arrastrarlos encadenados frente a ella.
—*Suspiro*. Ustedes me dan dolores de cabeza. Reparen todo antes del amanecer... sin magia. Y, Harry, ven a tomar el té con tu abuela —dijo Perenelle, mirando a los hermanos que todavía se pateaban, ya que sus pies eran lo único que podían mover con las cadenas.
—¡Basta! —dijo, golpeando a ambos en la cabeza.
—Ouch.
—Ay.
Se quejaron falsamente, aunque obviamente no les dolió tanto.
—Reparen esto. Vamos, Harry —dijo Perenelle, mientras Harry dejaba las herramientas en el piso y seguía a su abuela con una sonrisa.
—Me salvé —dijo, siguiéndola.
—¡Traidor! —gritó Wanda, abatida.
—¡Cuídate la espalda, anteojos! —gritó Stephen con ira.
Harry sintió escalofríos, pero los ignoró. Llevaba varios años viviendo con Stephen y, de todas formas, no se salvaría.
Desde que se volvió su hermano legal, Stephen dejó de lado todas las inhibiciones, algo que alegró a Harry, ya que lo trataba como verdadera familia, pero también lo amargaba un poco por ser blanco de sus bromas de "hermano mayor".
Con la llegada de Wanda, Harry estaba algo en conflicto: había ganado otra hermana mayor, pero se encariñó rápidamente con ella porque lo trataba bien. Según ella, *siempre quiso tener un hermano menor*.
Sin darse cuenta, Harry ya no se sentía restringido como con los Dursley y se mostraba como un verdadero Gryffindor incluso fuera de la escuela. Esto se debía, en parte, a las bromas de Stephen, quien quería que Harry se defendiera y le hiciera frente como un verdadero hermano.
Por eso, al escuchar los gritos detrás de él, se volvió y les sonrió burlonamente, endureciendo más a los otros dos.
—¡Tercer bastardo! Digo, segundo... ¡Aaah! —gritó furioso Stephen al ver la sonrisa de Harry.
—¡Jajaja, aceptaste ser un bastardo! —se burló Wanda, mirando a Stephen.
Tras la loca semana en la isla Flamel, Stephen y Harry al fin tenían que volver a Hogwarts, algo que los alegró bastante.
—Por fin puedo alejarme de ese maldito tomate —dijo Stephen con alegría, al ver la puerta de Hogwarts.
—Los dementores siguen aquí —dijo Harry, mirando el cielo con molestia.
—¿Miedo, Potter? Ah, ahora es Flamel-Potter —dijo Stephen, burlándose.
Harry había pedido conservar su apellido, y Perenelle aceptó con la condición de que también llevara el apellido Flamel, algo necesario para ser heredero legal.
Wanda, por su parte, solo tenía el apellido Flamel, ya que su abuela fue una bruja expulsada de su familia por no querer entregar su método de extender la vida. Cambió su antiguo apellido, Maximoff, sin mucho apego, ya que sentía que podía dejar atrás esa vida.
Stephen y Harry llegaron al castillo, dejaron sus cosas en sus habitaciones y se dirigieron al comedor, justo a la hora de la cena.
—¿Está bien que lleguemos tarde? —preguntó Harry, incómodo.
—No te preocupes. Dijimos que volveríamos en una semana, pero no dijimos a qué hora —respondió Stephen con una sonrisa, tranquilizándolo.
Al llegar a la mesa de Gryffindor, todos los recibieron felices.
—Hola, muchachos, ¿qué los tiene tan alegres? —preguntó Stephen al ver a los emocionados gemelos.
Mientras tanto, Harry se sentó con sus amigos, quienes lo habían extrañado.
—No lo sé. Dumbledore dijo que iba a dar una gran noticia. Tal vez sea una competencia entre escuelas con las cabinas mágicas —dijeron los gemelos.
—Entonces llegamos a tiempo —dijo Stephen, pero de repente tuvo un mal presentimiento.
—Ejem, si me prestan atención, tengo un anuncio que hacer. Normalmente no se hace esto después de dos semanas de comenzar las clases, pero como caso especial, tendremos un nuevo estudiante que se unirá a nosotros —dijo Dumbledore, haciendo un gesto hacia la puerta antes de volver a su asiento.
Ya que harían la misma costumbre aunque solo para un estudiante. Mcgonagall se levantó de su asiento.
—Mierda —dijo Stephen sin darse vuelta para ver quién entraba, ya que su mal presentimiento ya se había hecho realidad y sabía quién era sin siquiera mirar atrás.
—Wow, ella es bonita.
—Sí, pero me recuerda a alguien —dijeron los gemelos mientras aplaudían como locos.
Mientras tanto, Harry quedó sorprendido cuando se dio vuelta y vio quién entraba.
—¿La conoces, Harry? Ella es bonita —preguntó Ron, un poco sonrojado.
—Me parece conocida —dijo Hermione, mirando extrañamente a Stephen y luego a la nueva estudiante.
La estudiante nueva ya no llevaba la ropa de Ilvermorni y vestía una bata negra sin colores representativos. De su sombrero caía su cabello rubio como el sol detrás de sus hombros, y su sonrisa hacía que su belleza se volviera casi etérea, haciendo pensar a muchos que se trataba de una veela, ya que se sentían hipnotizados. Sus ojos azules brillantes parecían ver a través de todo, como si fueran ojos mágicos que atraían la mirada y no permitían dejar de verla.
Si fuera una maestra de legeremancia, estarían todos perdidos.
Por cierto, Stephen podía causar el mismo efecto, pero ocultaba su aura mediante un accesorio que le dio su abuela, luego de que casi fuera raptado cuando era niño por magos oscuros.
Mientras tanto, la nueva alumna se paró frente a la profesora McGonagall, quien tenía su papiro en mano antes de decir su nombre.
—Wanda Flamel —al leer el apellido, McGonagall se sorprendió un poco, ya que solo el director sabía sobre ello.
Mientras tanto, todos los estudiantes también se sorprendieron y miraron hacia Stephen, que tenía una cara sin emociones mientras observaba fijamente a su hermana gemela recién descubierta.
—Con razón me parecía tan familiar.
—Es literalmente el jefe con pelo largo —dijeron los gemelos alegremente, ya que ahora había dos gemelos más en la escuela aparte de ellos.
Mientras tanto, Ron estaba poniendo cara rara al darse cuenta de que la chica que le gustó cuando la vio era idéntica a Stephen.
—Es cierto que son iguales, pero ella se ve más... brillante —dijo Hermione, sin encontrar palabras para describir la diferencia.
Lo que los diferenciaba era básicamente el aura etérea que poseía Wanda, que atraía a todos.
Comentario que enfureció a Stephen.
—¿Más brillante? —dijo enojado, mirando a Hermione fijamente.
La cual se arrepintió de decir eso.
—Obviamente yo soy más cool, pero tengo que ocultarlo para la gente común —dijo mientras todos lo miraban con simpatía.
Algo que lo enfureció aún más, por lo que se arrancó uno de los broches que tenía en su camisa para liberar todo su esplendor.
El efecto atrajo la atención de todos en el comedor, demostrando el mismo aura y presencia que Wanda, haciendo que todos se dieran cuenta de que eran hermanos de verdad.
Stephen miró a todos con superioridad, para luego arrepentirse un poco.
—Mi cerebro adolescente me hace sentir idiota —dijo, mientras se volvía a poner el botón, haciendo que las niñas se sintieran decepcionadas y tristes.
—Infantil —dijo Wanda con una sonrisa, mientras el sombrero se posaba en su cabeza. Durante el espectáculo de Stephen, el sombrero estaba decidiendo su casa.
—¡Gryffindor! —gritó el sombrero, alegrando a los estudiantes de esa casa mientras Wanda con una sonrisa le agradecía al sombrero ya que ella pido ir allí.
—mmm?— Wanda bajo de su asiento y luego se detuvo a mirar hacia una dirección por unos segundos antes de que una sonrisa oscura saliera de su boca.
Algo que hizo qué tanto hombre y mujeres de su alrededor se enamorarán perdidamente.
Mientras Stephen que vio esto hizo una mueca ya que sentía que está niña tenía planeado algo contra el...
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