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Miré a mi alrededor, sintiendo una punzada en mi corazón, mientras el malestar impotente se apoderaba de mí. Era un recuerdo confuso, mi primer recuerdo asociado con esta sensación. Sentía una absurda necesidad de no querer estar donde estaba, anhelando regresar a un lugar desconocido. No recordaba exactamente dónde había estado, solo sabía que no quería estar aquí, con esta punzada en el pecho. Pero algo cambió cuando miré hacia atrás y giré mi cuerpo. El dolor en mi pecho se disipó y el recuerdo que acababa de experimentar ya no parecía ser mi primer recuerdo.
Allí, acostado frente a mí, había un niño, un bebé que aún no podía levantarse por sí mismo debido a su fragilidad. Sabía que cualquier cosa que lo tocase con fuerza podría lastimarlo. En ese momento, sentí una energía atravesando mi cuerpo, un impulso que me llevó a acercarme a él. Entendí que deseaba que estuviera en la misma posición que yo, quería que experimentara esta energía que recorría mi ser. Anhelaba que pudiera mover su cabeza y admirar el brillo del mundo a nuestro alrededor, tal como yo podía hacerlo.
Mientras admiraba la fragilidad del bebé frente a mí, escuché un sonido a mi alrededor. Al girar rápidamente, vi a una mujer alta, de cabello castaño y un vestido blanco con flores rosas. Aunque no entendía cómo, sabía exactamente quién era y cómo me había sentido hace un momento. Conocía todos esos detalles como si fueran normales, a pesar de que acababa de llegar a este lugar. La mujer frente a mí era mi abuela, una figura que evocaba un calor profundo en lo más profundo de mi ser, un fuego tan cálido que era irresistible. Corrí hacia ella, dejando que esa energía me guíe. Ella simplemente se inclinó y abrió sus brazos para recibirme, y me sentí reconfortada en su abrazo. Deseé quedarme allí para siempre, sintiendo esa fuerza que me envolvía.
Mientras presionaba mis ojos para apreciar plenamente ese momento, escuché una voz que hizo que mi piel se erizara. Era un sonido agradable, que me hizo girar rápidamente hacia su origen. Allí estaba una mujer de cabello castaño, vestida de azul celeste. Tenía una expresión cansada, pero sus ojos brillaban al encontrarse con los míos. Aunque no entendía por qué, lágrimas brotaron de mis ojos. El dolor en mi pecho regresó, pero esta vez se sentía diferente, agradable. Era un dolor que irradiaba una energía intensa por todo mi cuerpo. Sentí un impulso abrumador de salir corriendo, tal como había hecho con mi abuela. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de hacerlo, ocurrió algo inesperado.
Un sonido chirriante llenó mi cabeza, causándome un dolor insoportable que parecía que mi cabeza se partiría en dos. Estaba acompañado de una oscuridad que me hizo cuestionar el significado de mi existencia. Y entonces lo recordé. Me quité el casco que llevaba sobre mi cabeza y lo coloqué en una pequeña mesa junto a un mueble. Me encontraba en una pequeña habitación, apenas unos 3 metros cuadrados, donde solo había un mueble y una mesa. Sobre la mesa había un dispositivo del tamaño de una caja de metal negra, de unos 60 centímetros, y encima de él estaba el mismo casco que acababa de quitarme. Estos dispositivos eran conocidos como Dispositivos de Transmisión de Datos Mentales, o D.D.T.M., y permitían entrar en la mente y experimentar una especie de sueño diseñado por su creador. No entendía realmente cómo funcionaban, ya que no tenía conocimiento sobre ellos desde que nací, simplemente existían y eran utilizados por muchas personas de manera segura.
En la actualidad, estos dispositivos eran una de las bases de este mundo. Los creadores de los D.D.T.M. habían creado mundos paralelos donde se realizaban avances, se compraban y vendían objetos dentro de esos mundos. Era una especie de juego que para algunas personas era una fantasía, pero para mí era absurdo. Aquellos que se sumergían demasiado en esos mundos comenzaban a perder la noción de la realidad, mientras que los creadores se enriquecían y manipulaban el mundo. Pero en realidad, eso no era asunto mío, ya que creía ser peor que ellos.
Mientras estaba perdida en mis pensamientos, alguien entró a la pequeña habitación. Era una mujer con sobrepeso, sosteniendo un cigarrillo en su mano mientras me gritaba.
"¿Qué diablos, niña? ¿Por qué tardas tanto en salir? Solo rentaste 15 minutos y quieres quedarte aquí todo el día. ¡Levántate y sal!"
La voz de la mujer resonó en mis oídos de manera desagradable. Aunque podía estar exagerando y distorsionando la verdad, solo me había pasado unos minutos adicionales, pero tenía razón. Solo había alquilado 15 minutos. Por eso respondí con cierta apatía:
"Lo siento mucho, no suelo usar este aparato con frecuencia, por eso perdí la noción del tiempo".
La mujer suspiró y me dijo:
"Está bien, simplemente retírate si no puedes pagar más y ten más cuidado la próxima vez".
Le agradecí y salí de ese lugar.
Al mirar a mi alrededor, observé la imagen típica de un barrio pobre: basura en las calles, edificios manchados de suciedad y grafitis de conductas poco deseables. Dado que era tarde en la noche, podía ver a los borrachos y a las mujeres de dudosa reputación aprovechándose de los ebrios. Mientras caminaba hacia mi hogar, observaba estos escenarios y solo podía recordar lo que acababa de experimentar en el D.D.T.M. Este aparato no solo servía para crear mundos de fantasía, sino también para almacenar los recuerdos de las personas. Sin embargo, estos recuerdos almacenados tenían un problema: no podían sobrescribirse fácilmente. Al reproducir esos recuerdos, todos los demás se bloqueaban. Por eso, no recordaba mi verdadera vida, pero sabía que mi esencia, lo que me hacía diferente, no podía ser bloqueada. Los sentimientos que experimentaba al revivir esos recuerdos eran únicos para cada persona. Los recuerdos que acababa de reproducir no eran míos, simplemente tomé algunos de los recuerdos que estaban almacenados.
Mi nombre es Aurora, no tengo apellidos. Fui criada en un orfanato después de ser recogida de una escena de crimen. Según las investigaciones, esta fue la historia que se dio a conocer: "Una mujer asesina a su esposo en un arrebato de celos y luego se quita la vida". Según los conocidos de mi difunta madre, afirmaban que era una persona perturbada obsesionada con mi padre. Después de una sola noche juntos, quedó embarazada y exigía que él viviera con ella. Mi padre se negó y, después de un juicio, se determinó que debía pagar todos los gastos relacionados conmigo, pero no tenía la obligación de vivir con mi madre. Cinco meses después, ella me dio a luz y dos meses después de mi nacimiento, mi padre le confesó que pronto se casaría. Ella reaccionó apuñalándolo por la espalda mientras él me sostenía en sus brazos. Acto seguido, ella se quitó la vida. Estos sucesos fueron recreados con la información proporcionada por los allegados.
De ahí viene mi nombre. Según los informes, pasaron alrededor de cinco horas para encontrar los cuerpos. Durante todo ese tiempo, yo estuve dormida. Las mujeres que me cuidaban en el orfanato me contaron esta historia y después la corroboré con periódicos antiguos en internet. Además de todo lo ocurrido, ningún familiar cercano quiso hacerse cargo de mí, por lo que viví en el orfanato. Fueron tiempos crueles y no tengo buenos recuerdos de ese periodo. Ahora tengo 21 años, pero escapé del orfanato a los 15 años. A esa edad, ya podía trabajar y desde entonces he cambiado de empleo muchas veces, desde ser azafata hasta trabajar como costurera. En este momento, soy ayudante de cocina en un pequeño restaurante. Mañana tengo que despertarme a las 5 a. m., es terrible tener que levantarse tan temprano.
Mientras me quejaba en mi mente sobre lo molesto que era despertar temprano, noté que un hombre me estaba siguiendo. Al principio, pensé que era solo mi imaginación cuando salí del lugar, pero ahora estaba claro que me estaba siguiendo. Aunque es ridículo, entiendo por qué lo hace. Después de todo, ¿no soy hermosa? Cualquiera mataría por estar cerca de mí. Pero en realidad, nadie nunca me ha dicho que soy hermosa o bella. Nunca he recibido comentarios o piropos en la calle como otras mujeres, y nadie ha intentado nada extraño conmigo. Por eso, el hecho de que este hombre me siga me asusta. Podría ser más un asesino que un pervertido.
La verdad es que no sé qué hacer. Estoy tan asustada que me cuesta caminar con normalidad. Creo que estoy incluso disminuyendo mi velocidad, lo cual parece ser lo correcto. Es mejor que me adelante. Aunque no hay muchas personas alrededor en este momento, hay suficiente luz como para que no intente nada a la vista de todos. Sin embargo, en el momento en que disminuyo mi velocidad para que me adelante, me doy cuenta de lo tonta que fui. Él se acerca por detrás y coloca un cuchillo en mi espalda, susurrándome al oído:
"Si no quieres sentir un cuchillo clavándose en tu espalda, será mejor que hagas lo que te digo".
Siento claramente el frío del cuchillo en mi espalda, aunque no puedo verlo, sé que está ahí y que podría atravesarme fácilmente. Asiento con la cabeza a su pregunta y nos dirigimos a un callejón, donde pocas personas pueden vernos. Él guarda el cuchillo mientras me gira para que pueda verlo mejor. Es un hombre fornido, alto, con manos vendadas y una chaqueta con capucha que oculta parcialmente su rostro. Aunque no puedo distinguirlo claramente, sus ojos plateados brillan y puedo ver sus dientes blancos mientras habla.
"Hola, lamento la forma en que te traté. Es solo que no podía perder esta oportunidad de hablar contigo. Veo en tus ojos que eres una persona que no tiene ninguna voluntad de seguir adelante, pareces realmente un zombi".
Le respondo tímidamente con una voz suave: "No sé a qué te refieres. Si camino como un zombi o no, es asunto mío. ¿Por qué eso te daría razón para querer hablarme?".
Con una sonrisa desagradable, él responde: "Porque aquí está tu salvador. Quiero liberarte de esa carga, quiero hacer lo que tú no puedes. Quiero poner fin a tu vida, pero solo puedo hacerlo si me lo pides. No soy un asesino".
No puedo evitar pensar: "Realmente estás demente". ¿Cómo puede considerar la muerte como una salvación para el vacío que siento en mi alma? A pesar de cómo me siento, a pesar de haber estado sola toda mi vida, nunca he deseado morir. Jamás he pensado conscientemente en algo así. Morir simplemente no es la solución. No se trata de cobardía, sino de perder la oportunidad de encontrar una solución. Mientras pienso en todo esto, lo miro con determinación y con las manos temblorosas sobre el pecho, le respondo con voz altanera.
"Oye, deja de buscar excusas para matar a personas. Cualquier persona con un mínimo de sentido común sabe que si matas a alguien, aunque te lo pidan, te conviertes en un asesino. Matar es quitar una vida por decisión propia. Todos podemos tener días malos en los que no queramos estar aquí y ahora, pero eso es pasajero, como todo en la vida. Si le quitas esa oportunidad a alguien de vivir solo por estar confundido, eres lo peor. Así que lárgate, porque yo no quiero morir".
Mientras digo esto con voz molesta, el sujeto estalla en carcajadas y me responde: "¿Crees que no conozco la solución a tus problemas? "te haceguro que todo se solucionara al morir".
De repente, retrocede un paso, aprieta el cuchillo con fuerza y realiza un movimiento lento, apuntando hacia mi pecho. A pesar de que no quiero morir, mi cuerpo se queda inmóvil, como si no tuviera la energía para moverme. Él es más ágil y más fuerte que yo. Mientras siento el cuchillo atravesar mi pecho, una profunda tristeza me invade. Un nudo se forma en mi garganta y recuerdo que se dice que en el momento de la muerte descubres realmente qué hacer con tu vida, tus verdaderos sueños y metas. En tu mente, aparece la imagen de las personas que más amas. En ese instante, me doy cuenta de que no tengo a nadie a quien recordar, ni nada que anhele hacer. Estoy sola y vacía. Mientras mis ojos se cierran lentamente y comienzo a sentir sueño, me doy cuenta de algo que siempre supe pero que nunca quise aceptar: quiero que alguien espere algo de mí.