Chapter 3 - Madre y Padre

¡Eh! En este momento, siento un calor tan acogedor que desearía quedarme dormida durante mucho tiempo. Pero como siempre, el universo conspira una vez más para incomodarme. De repente, escucho gritos de una mujer. Lo primero que viene a mi mente es que esta noche será una pesadilla para conciliar el sueño en este barrio.

De repente, mi cabeza se entumece al experimentar el frío más intenso que he sentido en mis 21 años de vida. Intento abrir los ojos con todas mis fuerzas, pero es en vano, no puedo hacerlo. Mientras luchaba por abrirlos, siento como una capa envuelve mi cuerpo, una tela que se convierte en mi salvación. Una vez cubierta por esta tela, comienzo a sentir un poco de calor, lo cual agradezco en mi mente.

Siento que mi cuerpo es acurrucado en los brazos de alguien. No hay lugar a dudas, la posición incómoda en la que me encuentro solo puede significar una cosa: estoy siendo cargada como si fuera un bebé. Esta sensación, aunque extraña, me llena de un miedo profundo, ya que no hay explicación clara para ello.

La tela me brinda cierta protección y calidez, pero aún así, mi intranquilidad persiste. Mis intentos por abrir los ojos continúan siendo en vano, mientras me aferro a la seguridad de los brazos que me sostienen. El miedo se apodera de mí, dejándome vulnerable en medio de la oscuridad y los gritos que resuenan en el ambiente.

En este estado de incertidumbre y temor, busco desesperadamente respuestas, pero no encuentro ninguna. La oscuridad se hace más profunda y el frío parece penetrar hasta lo más hondo de mi ser. Cierro los ojos con fuerza, tratando de bloquear la angustia que me embarga.

En medio de la oscuridad y el silencio, una sensación de amenaza se cierne sobre mí. Mi mente se desborda de pensamientos aterradores mientras me encuentro prisionera de esta situación desconocida. El miedo se adhiere a cada fibra de mi ser, y mi corazón late con fuerza, como si estuviera a punto de salirse de mi pecho.

Haciendo un último esfuerzo, intenté nuevamente abrir mis ojos, pero fue en vano. Sin embargo, en ese preciso instante, sentí una suave caricia en mi mejilla. La delicadeza del contacto calmó los latidos acelerados de mi corazón, que amenazaban con escapar de mi pecho. Aunque consciente de que todo esto es un sueño, sigo sintiendo un profundo miedo.

La suavidad de la piel que me acariciaba era maravillosa. Con cada roce, mis pensamientos se volvían más claros. Aquellos dedos suaves limpiaron cuidadosamente cualquier suciedad que pudiera haber alrededor de mis ojos, tal vez la razón por la cual no podía abrirlos. Después de que se detuvieron, hice un último intento por abrir mis ojos, y esta vez funcionó. Mis párpados comenzaron a abrirse, pero la luz que me recibió era tan deslumbrante que no podía ver con claridad.

Después de varios intentos, mis ojos se adaptaron poco a poco a la luz del entorno. Y ahí fue cuando quedé completamente sorprendida y perpleja por lo que vi. Frente a mí, se encontraba la mujer más hermosa que jamás había visto. Tenía unos ojos rojos como la sangre, una piel blanca y unos labios gruesos y rojos que contrastaban con sus largas pestañas oscuras. En su frente, lucía una enigmática marca. Su cabello lacio era de un intenso color rojo escarlata, y sobre su cabeza se alzaban unos cuernos que parecían ser reales, sin rastro de plástico ni metal que delatara su origen.

En ese momento, dos pensamientos cruzaron mi mente casi simultáneamente. El primero fue lo injusto que puede llegar a ser el mundo, ya que si yo tuviera la mitad de la belleza de aquella mujer, fácilmente podría ser considerada la segunda más hermosa del mundo. El segundo pensamiento fue la sorprendente realidad de esos cuernos, que parecían ser parte genuina de su ser, sin artificios que los ocultaran.

Mientras quedaba inmersa en la admiración de la deslumbrante belleza de esa mujer frente a mí, me sentí maravillada y fascinada al presenciar algo tan extraordinario.

vi cómo sus labios se movían, tratando de concentrarme para captar sus palabras. Su acento era inusual, lo que me llevó a pensar que tal vez era extranjera. Sin embargo, su voz era suave y amable, a pesar de no encajar con su apariencia deslumbrante, que parecía más bien agresiva. Claramente, pude escuchar lo que dijo:

"Eres tan pequeña, tu cabello es rosa, tus ojos amarillos y tu piel es muy colorida, pero no tengo duda alguna en la promesa que te hago. Desde hoy viviré por y para ti, moriré feliz solo si tú también lo eres, y pase lo que pase, yo estaré contigo".

Al terminar de escuchar sus palabras, una sensación helada recorrió mis pensamientos, activando mi cerebro. ¿Pequeña yo? ¿Cabello rosa yo? ¿Ojos amarillos yo?

Fue entonces cuando, de repente, dirigí mi atención hacia mi propio cuerpo. Mis manos eran las de un bebé. Ahí lo comprendí: ahora era un bebé. No podía entender cómo había ocurrido esto, pero mi cuerpo se había transformado en el de una niña pequeña. En ese instante, sentí como si una pared se estrellara contra mi cabeza, aunque obviamente no sucedió. El dolor que experimenté solo podía compararse con eso.

Mientras mi cabeza daba vueltas de confusión, escuché una puerta abrirse y vi a lo lejos a una figura alta y robusta acercándose. A medida que se acercaba, pude distinguir su apariencia: un hombre de piel blanca y tersa, con cabello rojo largo como el escarlata y ojos rojos como la sangre. También tenía dos cuernos, al igual que la mujer que me sostenía en sus brazos.

Cuando estuvo más cerca, se inclinó frente a mí y a la mujer, y le dio un beso en la cabeza mientras decía:

"Hoy me siento el hombre más afortunado del mundo. No solo por tenerte en mi vida, sino también porque me has dado una hija que me llenará de felicidad y me convertirá en una mejor persona de lo que ya soy. Gracias por elegirme a mí por encima de cualquier otro hombre y por estar conmigo".

La mujer, con una mirada de enamoramiento adolescente y una sonrisa cálida, respondió:

"Las gracias te las debo yo, porque sin ti no tendría la oportunidad de tener a esta niña que ahora es mi vida en mis brazos. Tampoco tendría la fortuna de ser la esposa más feliz de todas".

Al escuchar esta declaración tan cursi, no pude evitar sentirme incómoda, así que decidí desviar la mirada. Fue entonces cuando noté a dos mujeres limpiando lo que parecía ser un desastre en una bañera. Había agua, mantas y toallas manchadas de sangre por todas partes. Me sorprendió ver que las dos mujeres compartían un parecido sorprendente: cabello amarillo y ojos azules. Vestían vestidos blancos sin mangas, largos hasta los tobillos. Eran realmente hermosas, pero imaginé que eran enfermeras o quizás criadas por su apariencia y su laboriosa tarea. Evité mirar a los sujetos frente a la cama mientras me concentraba en observar a estas mujeres.

En ese momento, el hombre que había entrado previamente me sujetó y me llevó frente a él. Me di cuenta de lo guapo que era con su vestimenta, que recordaba a los caballeros de la época de los reyes, con un toque militar. Realmente se veía bien. Cuando nuestros ojos se encontraron, sentí una atracción magnética hacia sus ojos rojos como la sangre. Parecía que estaban mirando directamente a mi alma. Con una voz alegre, comenzó a hablar:

"Sin duda alguna, serás la mujer más hermosa de este mundo. Los hombres iniciarán guerras por ganar tu corazón, pero yo, tu padre, seré celoso y no permitiré que cualquier hombre se acerque a ti. Por eso te convertiré en la persona más fuerte y más inteligente de todas. Sé que lo lograrás, porque tú eres mi hija".

Al escuchar estas palabras, sentí como si una pared cayera sobre mi cabeza. Me hizo recordar que soy un bebé, lo cual era obvio. Acababa de nacer y estas personas frente a mí eran mis padres. ¿Esto era real? ¿Acaso había reencarnado? ¿O tal vez me encontraba en una ilusión creada por el DDTM? No podía creerlo. Según mi entendimiento, para acceder a un mundo de juego, se deben realizar pruebas médicas para asegurar que uno está apto psicológicamente. Y si esto era solo una inmersión de recuerdos, se suponía que bloqueaban los recuerdos pasados, pero yo lo recordaba todo. De repente, sentí nuevamente una pared chocando en mi cabeza, el dolor casi me estallaba porque recordé lo que había sucedido.

Mi último recuerdo era cuando aquel psicópata loco o asesino se abalanzó sobre mí y clavó un cuchillo en mi corazón. No debería estar viva. Y allí sentí otra pared golpeando mi cabeza. Debía dejar de sentir estas paredes en mi cabeza, o terminaría aún más confundida. Pero si recordaba las últimas palabras del maníaco antes de atravesar mi corazón:

"La muerte es tu salvación".