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Chapter 3 - Capítulo 3. Matrimonio

Después de ese mal sabor conociendo a la familia de su futuro esposo, llegó Axel junto a su novia y todos se centraron en este, el cual la miro con cariño y le dio una pequeña sonrisa de aquella travesura. Ya que sabía que su hermana había aceptado aquel matrimonio, pero estaba más que seguro que iba a hacer algo para dañar aquella ocasión y no se había equivocado con su intuición.

Su padre se disculpó con ellos por el atuendo que traía su hija puesto y trató de mandarla a cambiar, pero Maximiliano dijo que eso no tenía importancia, ya que él no tenía por qué cambiar su forma de vestir y de maquillar de su futura esposa.

Luciana trató de decir que ella nunca vestía de esa forma y mucho menos se maquillaba, pero fue interrumpida por el mayordomo, el cual les avisaba que pasarán a la mesa que la comida estaba servida.

Ella nunca se había sentido tan arrepentida de una decisión como esta, y se dijo que haría todo lo que estuviese en sus manos para ser una esposa perfecta para su esposo.

Después de haber cuadrado todo lo del matrimonio, el cual se llevaría a cabo durante quince días y no en un mes, como Maximiliano había dicho anteriormente, puesto que querían aprovechar que Luciana estaba de vacaciones de la universidad y aprovecharían esto para que se casaran y se fueran de luna de miel.

Ninguno de los dos novios protestó con esta fecha, Maximiliano porque quería cumplir el sueño de su padre y verlo casado con Luciana.

Y Luciana, porque estaba más que encantada de ser la esposa de Maximiliano, porque desde que tenía diecisiete años sabía que con el único hombre que se casaría en su vida sería con aquel hombre que un día le salvó la vida y parecía que él no la recordaba.

Pero ella estaba ahí para hacerle recordar que ya se habían conocido antes y claro está para qué Max se enamorara de ella también, así como ella lo estaba de él.

 

 Desde aquel día que las dos familias se habían reunido para concretar el matrimonio, Luciana no había podido ver a su prometido, ya que este siempre que ella lo llamaba con la excusa de hablar sobre el tema de la boda, Max siempre le decía que estaba muy ocupado y no podía verla.

Hasta el día de su boda que se volvieron a encontrar, así que este no pudo ver su verdadera belleza y si contaran las veces que se habían visto eran tres con este día, pero la primera vez que se vieron no contaba, pues Max no lo recordaba y la segunda tampoco, ya que fue el día de su compromiso.

Como Maximiliano no había visto a su prometida desde aquel día, no sabía cómo sería ella en realidad, por ese motivo, al verla caminando hacia el altar, hasta donde él estaba esperando por ella, se sorprendió al ver aquella hermosa mujer.

Era como si le hubiesen cambiado a la chica que conoció unos días atrás.

Luciana llevaba el cabello perfectamente peinado en un moño y en su cabeza llevaba una tiara de diamantes y su vestido de novia era tipo sirena con lazo de tren desmontable, color blanco marfil, y cuello en V, era un vestido sencillo, pero a Luciana se le veía deslumbrante.

Era tanto su desconcierto al ver a su novia que cuando su suegro se la estaba entregando se había quedado parado como una estatua, sin decir ni una sola palabra, si no fuese por Matías que estaba parado cerca de este y le había dado un pequeño toque en su brazo, se había quedado absorto en sus pensamientos por aquella belleza y tenía la breve intuición que la había visto de antes, pero de donde se preguntaba, igual no era momento para estar pensando en esto ahora mismo.

 

 

Desde que Luciana se casó se había ido a vivir a la mansión de los Oliveros, y se convirtió en una especie de sirvienta para aquella familia, los primeros meses era todo suave porque los abuelos de su esposo se habían quedado en el país, y la trataban muy bien.

Ella desde que había conocido a su suegra sabía muy bien que no le caía bien a esta, pero la soportaba y sus cuñados nunca la trataron como de la familia, más bien sentía como si ella les hubiese robado algo importante para ellos, como si le tuvieran rencor por algo y no sabía por qué esos dos la trataban de ese modo.

Pero a pesar de la hostilidad como la trataban sus dos cuñados y su suegra, había una persona que sí le caía bien y esa no era otra que la dulce Olivia, que siempre estaba hablando con ella y contándole historias de su esposo.

Porque desde que se casaron muy poco miraba a su marido y así le era imposible saber que le gustaba y que no para poder conquistarlo, ya que este siempre estaba de viaje, o cuando estaba en casa se iba muy temprano y llegaba cuando ella ya estaba durmiendo. Aunque era la última en acostarse en esa casa, pues según su suegra, una verdadera esposa se tenía que encargar de todo junto a las sirvientas.

Pero lo que no sabía Luciana que toda aquella información que Olivia le daba sobre Maximiliano eran todas las cosas que a su esposo no le gustaban.

Por eso, cada vez que ella lo sorprendía con algunas de las ideas que le había dado su cuñada, su marido se enojaba con ella y salía de la habitación furioso a dormir en la habitación de invitado.

Todavía no había entendido por qué a Max no le gustaba ninguna de las sorpresas que le había preparado con tanto esfuerzo, ya que cada vez lo alejaba más y más de ella y sin saberlo tuvo meses creyéndole a esta maldita mujer.

Hasta Luego de un tiempo que los abuelos de su esposo se iban a ir, doña Beatriz le comenzó a decir todo lo que a su nieto le gustaba y lo que le desagradaba, para que lo pudiera conquistar.

Dándose cuenta de que era todo lo contrario que aquella arpía mujer le había dicho todo este tiempo y ella como una estúpida la consideraba una aliada en esa casa donde todos la trataban mal.

Después de que don Francisco y doña Beatriz se fueron, vino su calvario, porque desde que se levantaba hasta que se acostaba, no hacía otra cosa que estar pendientes de las actividades que se hacían en la casa y con lo de la universidad y sus Cáceres diario no tenía tiempo de esperar despierto a su marido y poder conversar con él.

Estaba a punto de dejar la universidad y así dedicarse a su marido por completo y a las actividades del hogar, como se lo sugirió su suegra, y le iba a comunicar esta decisión que ya había tomado.

Cuando por cosa del destino escucho entre Olivia y su suegra, la cual la mencionaban y decían que estaban a punto de lograr su propósito, ya que no demoraba mucho en que ella dejara sus estudios y luego de haber dejado la universidad lo demás era muy fácil.

Porque conocía muy bien a su hijo y sabía que él no iba a estar con una mujer que solo se quedará en la casa sin hacer nada o a su vez gastando su dinero.

Luego escuchó que su suegra decía; apropósito, ya hiciste las compras con la tarjeta que mi hijo le dio.

No te preocupes madre, que cuando Max vea todo lo que gasta su mujer en un mes de seguro estará muy enojado con ella, le respondía Olivia a Verónica.

Luciana, que estaba afuera de la puerta, escuchó todo esto y en ese instante no sabía si entrar y enfrentarlas o simplemente irse y dejarlas que siguieran planeando en su contra.

Pero de algo, si estaba segura de que aquella tarjeta tenía que desactivarla como diera lugar, pensando en esto, ella ni siquiera sabía que Max le había dado una tarjeta, desde que se casó todas sus compras la había hecho con sus propias tarjetas. 

Luego de esto se fue y llamó a su esposo para que le desactivará la tarjeta que le había dado, porque se le había perdido y como su esposo no le respondió, le dejó un mensaje en su teléfono.