Justo en este momento crucial, la cálida mano de la chica cubrió la helada mano del hombre.
—Qi Yunjue, ¡no!
Bajo circunstancias normales, tan pronto como ella hablara, él ciertamente bajaría el arma enseguida.
Pero algo parecía estar mal con Qi Yunjue en ese punto.
Él la miró, carente de cualquier ternura y renuencia en sus ojos, reemplazados con extrañeza y distanciamiento.
—¡Suéltame! —dijo secamente, su voz tan fría como el hielo.
Yan Ling, rápida en percibir su comportamiento inusual, se negó a soltarlo.
—Yuan Bao aún está aquí, ¿no puedes evitar que sea testigo de una escena tan brutal?
Su tono era calmado, pero si escuchabas atentamente, podrías oír un atisbo de miedo.
Temía que Yuan Bao nunca más se acercara a Qi Yunjue después de ser testigo de este cambio en él.
Temía aún más que una vez cambiado así, él nunca regresara al Qi Yunjue que ella conocía.
Yan Ling notó que cuando ella dijo esto, el hombre apretó su otra mano en un puño a su lado.
