Carla abrió mucho los ojos y después miró a su hermana quien, a su vez, desvió la mirada y carraspeó, volviendo a pulir las puertas. Amelie no estaba segura si esa reacción incómoda fue causada por el esclarecimiento de la identidad del interés amoroso de Carla o su género, pero de cualquier manera, sintió que sus palabras habían arruinado el ambiente dentro de su estudio.
Dándose cuenta de que Amelie se sentía incómoda, Carla se apresuró a salvar el ánimo.
—¡Bueno, no es que me importe su género! Se ve genial y creo que es muy fuerte también... ¿Qué tiene de malo sentirse atraído por una mujer? ¡Y bueno... eh, olvida que dije algo! —tropezando con sus propias palabras, Carla chasqueó la lengua molesta y se dio la vuelta, pasando el plumero sobre las estanterías con un toque distintivo de enfado. Sin embargo, Amelie no podía evitar sonreír.