Dos meses después,
Anastasia se miró en el espejo que tenía delante. Revisó sus mejillas con un ceño fruncido mientras las frotaba con la palma de su mano.
—Me he engordado —murmuró entre dientes.
Como si no estuviera satisfecha, se levantó del banco y se observó de nuevo en el espejo, dándose la vuelta para poder ver bien cada ángulo.
—He ganado peso.
Sus hombros cayeron desilusionados mientras se dirigía de nuevo al banco, estudiando su rostro una vez más.
—¿Ana, estás lista para ir de compras? —preguntó Tracie, mientras daba dos golpecitos en la puerta antes de entrar.
Kael la seguía mientras entraban en la habitación y Xavier fue el último, vestido con su ropa habitual para estar en casa.
—¿Por qué esa cara larga? ¿Sientes algún tipo de molestia? —le preguntó Kael, apresurándose a su lado.
Exhaló un suspiro cortante.
—¿No es obvio? ¡Me he engordado! —exclamó.