—Vamos al grano, Olivia. Tú y yo sabemos que no vas a disculparte ni nada. Entonces, ¿qué quieres de mí? —preguntó Allison, con las manos firmemente envueltas alrededor de un cierto objeto mientras esperaba la respuesta de Olivia.
—¿De qué estás hablando, Allison? Te traje aquí para que pueda disculparme contigo adecuadamente —Olivia intentó convencerla con la voz más dulce. Desafortunadamente para ella, la persona que estaba frente a ella la conocía demasiado bien como para creer que realmente se disculparía—. Lamento todo lo que te he hecho —añadió.
Allison miró a Olivia en silencio durante unos segundos, desconcertada por la extraña mirada en sus ojos. Incapaz de deshacerse de la sensación de que Olivia estaba mirando algo detrás de ella, se giró para mirar por encima de su hombro, esperando ver a alguien, o algo, allí. Pero cuando miró, el pasillo estaba completamente vacío. Ni un alma a la vista.